Andan los informativos de la tele revueltos. No lo digo por las guerras. Ni por los políticos, insoportables, si no por los presentadores. Carlos Franganillo se ha incorporado a Telecinco, la cadena que mejor promociona las chonis, meretrices, proxenetas, y chaperos del país. Por eso lamento que se haya ido allí un profesional que me mola, para que nos vamos a engañar. Por si no le conocen, lo describo brevemente; 43 años, barbita cana, tan aparentemente aséptico con la información como los trajes que viste. Atrás quedó el plató lleno de sangre de Pedro Piqueras, el tío al que más le gustaban los sucesos. Marta Carazo también se ha estrenado en La 1. Por fin una presentadora que no va presumiendo de exuberancia, brazos y escote. Pero la incorporación que más me inquieta es la de Alfredo Urdaci. Aunque me temo que a este no le verán el pelo. Diecinueve años después de que RTVE le cesara, el que fuera jefe de Letizia Ortiz, volvió a pisar el ente público por orden de un juez. Un telediario a las 3 de la mañana habrá, digo yo, para que haga algo. Facha hasta las cachas, vuelve tras ser apartado de su cargo como director de informativos después de múltiples acusaciones de manipulación. Se mofó de CCOO leyendo ante millones de espectadores “c” “c” “o” “o”. Si por un casual saliera en antena, le propongo que lo repita con los Reyes, leyendo “s” “s” “m” “m” en lugar de sus majestades.