Está la cosa como para entrar con ganas en este 2024 que ya consumimos, será por consumir. Si no nieva, hiela; y si no hiela, graniza. Alerta. Amarilla, naranja y de todos los colores, que nos cojan avisados. Así que ni piense en concederse una autobaja para viajar en coche. Ni para volar... salvo que sea a Japón, a donde se puede ir sin maleta porque allí ya te alquilan una con lo necesario. Claro que en ese caso está la pega de los aviones que se cruzan en la pista sin permiso. Dos no chocan si uno no quiere. O te quedas sin ventanilla; pero no porque te toca asiento de pasillo sino porque vuelas en un boeing de esos que pierden parte de su fuselaje. Sin contar la probabilidad, cada vez más alta según la estadística, de que impacte uno de los cientos de misiles que se lanzan a diario desde Ucrania, Rusia, Israel, Líbano, Siria, Yemen, Corea... Que a ver quién asegura que no hay alguno dando vueltas por ahí con el GPS loco por dar a algo en el morro. Además, si pese a todo se logra aterrizar, están los terremotos. Así que viajar, lo que se dice viajar, mejor en metro o Bizkaibus, que tendrán descuento. Aunque también... Que si repunte de covid, que si el abecé de gripes, donde aterrizas, fijo, con mascarilla y todo, es en un centro de salud. ¡Vayan a uno, vayan! Ah, y nada de comer sushi japonés o bacalao a la vizcaina, no se vayan a encontrar pellets de plástico del Atlántico. Sí, menuda pinta trae este año. ¿Entrar? ¡Es para salir corriendo!