DESPUÉS de una semana marcada por la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo que ha copado portadas de diarios digitales y encabezado titulares de informativos de televisión, prensa y radio me quedo con una noticia que me reconforta y que me demuestra que todavía quedan valores en esta sociedad. Se trata de la historia que ha unido a Thiago y Basauri.
Thiago es un niño precioso de 3 años que padece el síndrome STXBP1, el único caso en Euskadi, de los 903 que existen en el mundo. Una enfermedad genética sin cura que tiene serias implicaciones en el neurodesarrollo. Sus aitas, Flor Iglesias y Ander Calvo, le sujetan fuerte para que a base de esfuerzo y dedicación pueda dar pasos firmes en su desarrollo, pero no están solos en este enmarañado camino. Herriko Taldeak –formado por 13 cuadrillas de Basauri– y la asociación de comerciantes destinarán el dinero que recauden en fiestas a favor del pequeño. Los Sanfaustos de este año se convierten en un ejemplo admirable gracias al apoyo desinteresado de sus vecinos y vecinas. Mientras que el dinero para la investigación de este tipo de enfermedades raras continúe siendo escaso, gestos como este se convierten para las familias en píldoras sanadoras cubiertas de solidaridad infinita. Pero aunque ayudan, no son suficientes. Es necesario destinar más recursos para investigar y tratar estas enfermedades, por Thiago y, por muchos más como él.