TAMARA se ha ido de luna de miel y nos ha dejado una foto y el debate electoral de ayer. Te dan la turrada y te endosan lo que sea. Le pasó a Lady Di, que mira qué boda y luego llegó todo lo demás. El cielo encima. Todo lo que no parecía, o lo que todo el mundo esperaba. Como Feijóo, que pide el voto para él para que la ultraderecha no entre en la cocina. Y sin sonrojarse. Porque Feijóo aspira a gobernar como el público consume vorazmente la revista couché del saludo con mayúsculas. Aspiracionsimo político y social. Y ahí nos movemos. El paralelismo entre las elecciones y la boda de la década es pueril pero es como tener que elegir lo menos malo, lo mismo por la vía sacramental que por la urna en plena canícula. Voto claro y contundente, pide el gallego. A él claro, para no tener que ir de la mano con los que ya se ha casado en Valladolid, Burgos, Toledo, Extremadura o la Comunidad valenciana. Entre la épica y la estética, nos toman por idiotas desde los bodorrios o desde los mismos gabinetes electorales. Y hay quien compra, lo mismo un discurso que el buceo en los vestidos de invitada ideal. No es que el calor dé una pereza tremenda, es al final esta actualidad, tontuna y cara donde lo que falla una vez más es la verdad. Un camino regado de mentiras con mucho brillantito y puro aspiracionismo instalado en el camino de Moncloa o en la aorta misma. Porque como en todos los cuentos, sí, al final, van y se casan.

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