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Mesa de Redacción

Susana M. Oxinalde

Campechanos

MIRA que echábamos de menos al mago Rajoy, ahora que se celebran mociones de censura con él ausente, pero de verdad. El emérito llegó a Sanxenxo pero tuvo que salir Rajoy a ejercer de anfitrión en el Bakio gallego. ¿Cómo estás Mariano? Con-ten-to. Que hay que ver las veces que nos han dicho que hay que andar así por la vida seas o no monárquico o el Pigmalión de un mangante con exilio en Abu Dabi. Anda el juego entre campechanos y perro no come perro. Rajoy llamó a normalizar las estancias del Borbón y su participación en las regatas, que para eso es rey y esto es Sanxenxo. “Viene a una regata, lleva regateando toda la vida”, apuntó el gallego, y a una le asalta un respingo nervioso no sea que la cosa vaya de regates a la Justicia o de mercadear con los millones de euros a la examante y conseguidora rubio-alemana. Que Rajoy sea tan amigo del emérito y que el emérito se deje defender por Rajoy tiene un rasgo de sospecha, de cojera visible y acusadora de un par de figuras que se reconocen y entienden entre ellos. Zarzuela se enteró por la prensa de la visita pero Rajoy, apoyando a su partido y en precampaña, está contento porque un rey ha vuelto a su pueblo, ahí donde el alcalde no ha podido ver al emérito pero sí a Rajoy, quejoso porque no hay que hacer un espectáculo de las visitas reales. Al fin y al cabo, para bailes de disfraces ya estuvieron ellos en el tremendo trajinar en los poderes del Estado. Épocas.

susana.martin@deia.eus