CADA vez que un político esgrime un recorte de prensa debería subir el precio del periódico. Es cierto que en ocasiones se muestra una copia de la edición en internet, pero no es lo mismo hacerse eco de una información que ha salido publicada en el rancio papel que de un post en las luminosas redes sociales. Qué fuerza tiene la hemeroteca, sobre todo si se trata del tomo que reúne los periódicos de cada mes. Un periódico pesa cerca de 50 gramos, de modo que un tomo ronda el kilo y medio. No importa la página por la que se abra, son 1.500 gramos que pueden enterrar a cualquiera. Aunque para ello hay que tener algo de vergüenza y casi nunca es así. He encontrado recientemente un recorte que guardé en su momento para leerlo con más calma. Nunca lo hice y ya está aguardando otro momento mágico del periódico, el reciclaje. En la primera página “El FMI alerta de la relajación y pide hacer reformas en la UE antes de futuras crisis”. En la segunda “Putin desafía a Ucrania al inaugurar un gran puente entre Rusia y Crimea”. La fecha del ejemplar es casi prehistoria para la velocidad con la que se manejan los tiempos en la era digital: 16 de mayo de 2018. Casi han llovido cinco años de entonces y hemos tenido tormentas de todo tipo y color. Lo de las reformas en la Unión Europea ya se sabe que no avanza porque los estados no quieren perder autonomía y lo de Ucrania ha acabado de la peor forma posible. Suerte que la hemeroteca seguirá poniendo a cada uno en su sitio.