ZENA badu, bada. Si tiene nombre, es. Lo que se nombra, existe. Y lo que no tiene nombre, no existe; lo que no se nombra, lo que se ignora, acaba por no existir. Tal vez la polémica esconda el interés de que así sea, de que no sea. Pero es, tiene nombre: euskera, lengua propia, que no propiedad, de los vascos. Euskara duena euskaldun da. Al igual que el inglés hace anglófonos, no ingleses; el francés, francófonos, no franceses, y el español, el castellano, hispanos, no castellanos ni españoles, como bien saben tantos vascos; el euskera hace euskaldunes, euskara duenak, los que tienen el euskera. Sí, hay casi tres millones de formas de ser, sentirse, vasco. Entre ellas, diferentes en quienes tienen el euskera como lengua materna o distintas en quienes, como Laura Garrido, han ido o van aprendiendo la lengua vasca, la "lengua de los vascos" que dijo Humboldt hace dos siglos. Y sí, entre las maneras de sentir, sentirse, vasco también se halla la de quienes gritan "bai" en respuesta a la pregunta que cantaba Oskorri -"Ez al dakizu euskara dela euskaldun egiten gaituena?"- en su Euskal Herrian euskaraz; quien se reafirma vasco en el euskera y comparte la frase de Egibar -"euskara da euskaldun egiten gaituena"- sin pretender excluir otras formas de ser vasco. El problema de quien azuza la polémica radica en aquello que dijo el poeta inglés Samuel Johnson, quien ya se interesó por "the language of Biscay" casi un siglo antes que Humboldt: "En el idioma está el árbol genealógico de una nación". Hizkuntza badu, bada. l