OMO buen sustituto en la presidencia del PP, Pablo Casado ejerce de contestador automático hablando de cosas y le queda al tío que ni pintado. Tras la imputación de su madrina, María Dolores de Cospedal, en una trama muy fea de espionaje al extesorero de sus diferidos, Casado se dio una vuelta ayer por Ceuta para contar a los españoles que él está a la actualidad y no a los fantasmas. Unos pobres periodistas quisieron hacerle entrar en razón indicándole que la actualidad pasa porque la ex secretaria general, exministra de Defensa, expresidenta de Castilla-La Mancha y pocera al alimón con su marido, estaba señalada por esa corrupción rampante del PP deluxe. Casado, tancrediano y tan redicho, que sigue pasando página mientras las páginas le pasan por encima a él, comenzó a hablar del espacio Schengen como esa preocupación de todos los españoles y que tapa cualquier referencia a un pasado ponzoñoso. Solo le faltó citar el hastío de las mascarillas, a Antonio David o el turismo en Baleares para desviar una cuestión por la que los sufridos periodistas acabaron abucheados y Casado casi dando las gracias. Así empezó Mariano, ese señor donde acaban terminando todas las tuberías mientras Casado, en el intento de promocionarse a sí mismo, sigue a la sombra de aquella "organización criminal" sumando pases toreros ante la porquería. La misma que, como toda mierda en el río, siempre flota.

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