HARTO del buenismo y de ver mujeres blancas abrazando negros exhaustos, Abascal se plantó en Ceuta a ver si él mismo abrazaba a todos los españoles nerviosos por las invasiones creyéndose amenazados porque miles de inmigrantes en situación irregular van a cambiar sus hábitos culturales. A Vox este drama de jóvenes pobres cruzando fronteras le viene mejor que a Ayuso un programa electoral en blanco. Le han bastado miles de chavales cruzando a nado la frontera con Ceuta para poner a España entera a temblar porque llega el reemplazo poblacional y miles de negros pobres sustituirán a esos españoles de bien con estudios que han emigrado a Alemania en avión para ganarse el pan. Junto a Salvini y Le Pen salivan ante un fenómeno migratorio que duele, primero por pura humanidad, segundo, porque, una vez más, los pobres les molestan y crean tanta inseguridad que acabarán montando una multinacional de concertinas para vender en casas. Es tal el caramelo para Vox que decidió dar un mitin en el mismo centro de Ceuta, como el que va a Eurovisión a interpretar su mejor hit porque no les mueve "el odio por los de fuera, sino el amor por los españoles", como si una cosa fuera directamente proporcional a la otra. La incursión de estos jovenes ha sido peligrosa para sus vidas y efímera. El fascismo sigue la misma senda de peligro y es parte de lo que pretende echar a abajo. El drama cumple una semana. ¿Queda algún pobre más para amortizar?

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