N medio de una batalla por la supervivencia -vital, económica y social- sin precedentes, surge de nuevo la figura de Luis Bárcenas para resucitar a Mariano Rajoy y de qué forma. Uno se imagina al expresidente del PP arrancándole de las manos los papeles de la caja B al tesorero del partido para triturarlos en la máquina oculta bajo su escritorio. Qué momento de tensión. Miradas sostenidas ante el ruido de la destructora de documentos y, una vez engullido el último folio, silencio incómodo. Quién sabe si Rajoy no fue entonces al servicio a ritmo de marcha nórdica a lavarse las manos o lo que fuera menester solo para romper la tensión del momento. La escena termina con Bárcenas volviendo a su despacho, abriendo el cajón para comprobar que sigue ahí la copia B de los papeles de la caja B. Un tribunal juzgará a partir de hoy esta historia que arrastra el PP desde hace muchos años y que será difícil que deje atrás. Es paradójico que mientras se busca con ansiedad la inmunidad de rebaño -la pandemia nos ha degradado a la condición de ganado-, el actual presidente del partido conservador acudiera a una granja de lechones el día después de que Bárcenas tira de la manta. A la espera del resultado del juicio, lo que ya tenemos por cierto es que el extesorero tiene toda la intención de hacer ruido y que, tras fracasar el plan A -que el tiempo entierre en el olvido el problema-, el Plan B de Pablo Casado es intentar introducir en la trituradora de recuerdos a la anterior cúpula del partido.