E estilan los presidentes en EE.UU. con toque de chapado en oro, brillante grifería y lujo hortera. Kayne West, rapero, empresario de zapatillas y multimillonario vía Instagram, anuncia su candidatura el día de la Independencia y al otro lado del charco nadie le conoce salvo cuando sale en las fotos con su esposa. Kim Kardashian es también empresaria y celebrity y entre todos dan un espectáculo sensacional, el sueño americano es ya una certeza de mucho collar de oro macizo y la política parece un baile de disfraces. Pero en Estados Unidos todo es posible en el camino hacia la Casa Blanca: Reagan, Bush jr., o un rapero que cuando conoció a Trump en el despacho oval cuenta que el presidente le hizo sentir "como Superman", igual que los electores norteamericanos que en otoño votarán en un intento de escapar de lo real mientras observan un subgénero de superhéroes de negocios, oropel y cócteles de gambas como ninots. Estados Unidos sigue siendo el lugar de las grandes oportunidades por no desfraudar a muchos de sus niños que observan que se puede ser rapero, magnate y presidente manejando bien las ansias del extremo, las redes sociales y las estrofas del hortera y tontiloco sambódromo político. Se va otro 4 de julio pero llega la Kardashian entre bidés de oro postulándose para primera dama y confirmando a la política como el mejor de los realities.

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