POR fortuna y con mucho esfuerzo, parte del pasado industrial de Euskadi sigue escribiendo páginas en el presente y proyectos que ya han cogido vuelo apuntan un futuro prometedor. Algunos de estos últimos han nacido gracias al aliento público y dos de ellas han sido noticia recientemente: Ibil y Euskaltel. Una con gran notoriedad pública y la otra muy conocida en el mundo del coche eléctrico pese a no estar presente en las oraciones de los ciudadanos. La teleco vasca, una pionera que se abrió camino compitiendo con gigantes del sector, ha aclarado que no tiene intención de vender su red de fibra óptica, una posibilidad que había sugerido hace unas semanas su actual principal accionista, el fondo de inversión británico Zegona. Se da el caso que el Gobierno vasco vendió a Euskaltel esa infraestructura en 2012 por unos 68 millones de euros, un precio inferior al valor del mercado de entonces y que hoy proporcionaría unos jugosos ingresos en caso de venta. Euskaltel quiere sacar rendimiento a ese activo, pero al final se está planteando alquilar la red a otros operadores. Ibil, por su parte, va a iniciar una nueva etapa tras vender su red de puntos de recarga de coches eléctricos. Esta compañía vasca, propiedad al 50% del Ente Vasco de la Energía y de Repsol, fue en 2010 el primer operador de electrolineras del Estado cuando nadie veía futuro en esa actividad. A partir de ahora, Ibil, se centrará en seguir desarrollando tecnología y puntos de recarga para vendérselos a terceros.