CUATRO verdejos, 6,40 euros. Dos copas de crianza, dos euros. Una copa de champán, 2,50 euros. Un Viña Real, 1,60 euros. No, el final de este tique no es el mítico para todo lo demás mastercard... sino un extra de diez euros “por tocar los cojones”. Literal. La factura de este bar de Bermeo se ha vuelto viral en Twitter. Y no por el precio de los potes, cuidado. Bastante asequibles a la luz del mercado, sino porque la camarera de la taberna Eguzki gastó un broma a una cuadrilla amiga del jefe con un cargo tan estrafalario. Vinos y copas, once euros; tocar las petunias, diez. Anka Paduriano hizo esta jugarreta a modo de suplemento para unos colegas muy bromistas. Pero el concepto debería aplicarse sin duda en el bar del Congreso de los Diputados, que allí sí tocan mucho las pelotillas. Aunque ahora el verdadero hit son los sablazos del verano. Lo típico, típico, son las clavadas que meten en algunos establecimientos y no precisamente por hacer la gracia. No es la primera vez que la cuenta de un restaurante desata la polémica. En 2015, el precio abusivo de un chiringuito de Formentera que cobró 337 euros por una comida estándar incendió las redes sociales. Internet estalló con otro usuario al que le habían cobrado 3,5 euros en concepto de servicio de lavandería y otros tres euros por el descorche de una botella. Menos mal que el agua la abrió el propio cliente.

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