EN condiciones normales la prensa canalla estaría mojando las plumillas en sangre y el hincha sacudiendo el pañuelo al viento pidiendo cabezas. Es muy probable que el presidente pidiera sosiego a las masas cabreadas pretextando que no es el momento para darse a la precipitación, que hay que darle tiempo al tiempo o que todavía queda mucha tela que cortar. A modo de colofón, el presidente podría acabar su intervención con un argumento irrefutable:

-¿O no es verdad que soplaba el maldito viento sur...?

Sí hubo viento sur, esa legendaria excusa, pero los pañuelos permanecieron en los bolsillos del aficionado, el gentío dejó San Mamés con porte resignado y los plumillas ponderaron en lo que se merece las numerosas ocasiones que tuvo el Athletic para doblegar a Osasuna, como el tiro al larguero del debutante Unai Vencedor, o el remate postrero de Aduriz contra la cepa del poste, y en el interín la que tuvo Iñaki Williams, que ya es mala pata rematar al bulto con toda la portería franca, y la de Ander Capa, resuelta con una gran parada de Sergio Herrera... Y no me digan la jeta que gasta el árbitro ese, Pablo González Fuertes en siniestra conspiración con los tíos del VAR, mira que no pitar aquella mano de Unai García, ¡pero si fue un penalti como un piano!, y para colmo de males el gol de Williams se va al limbo por la intemperancia de Raúl García, que no tuvo precisamente su tarde, sabido que el avieso colegiado también le tiene tomada la matrícula.

Se podría añadir a modo de corolario que apareció el capotico de San Fermín dando cobijo a los rojillos ante el chaparrón final del Athletic y que los ausentes (pongamos que Muniain o Dani García) siempre son los mejores. ¿Se han fijado que el equipo navarro, un recién ascendido al que hasta hace nada mirábamos por encima del hombro, tiene los mismos puntos que los bilbainos, que como todo el mundo sabe aspiran a terminar en los puestos europeos, y que el Granada, otro recién ascendido, está por delante?

En resumidas cuentas, el Athletic encadena nueve partidos ligueros sin conocer el sabor de la victoria, con tres derrotas consecutivas, y sin embargo Gaizka Garitano sigue teniendo licencia para perder. Ni pañuelos, ni ultimátum y mucho menos abatimiento entre el personal, sino todo lo contrario. A poco que cuadre la suerte y salga el virtuosismo de los muchachos, y no es mucho pedir, ya nos vemos jaleando a la tropa en La Gabarra surcando gallarda la ría en loor de multitud. Es tan enorme la perspectiva que asoma en el horizonte cercano que equipo y afición ha entrado en una especie de letargo existencial. Anestesiados ante el cielo prometido, la liga la verdad es que importa un pimiento, como así lo atestigua el mismísimo entrenador rojiblanco.

Si ante la Real Sociedad Garitano únicamente alineó a tres futbolistas titulares ante la indulgencia plenaria, para cubrir las sensibles bajas de Iker Muniain y Dani García tiró de cantera, dando la alternativa a Unai Vencedor, reafirmando su confianza en Asier Villalibre que, a poco que se esmere y le corresponda la salud se hace con el puesto, y luego rescatando para la causa a Oihan Sancet tras dos meses de ostracismo. O dicho de otra manera, me da que otrora ilustres como Beñat, que no fue ni convocado, o San José, a quien casi todos daban de titular ante las carencias en la medular, están singularmente señalados.

Y qué mejor manera que apostar por la savia nueva para cubrir este extraño trance futbolístico, abducidos como estamos con la Copa, ¿o acaso hay alguien capaz de poner algún reparo? Y si está Garitano eyectado hacia la final tampoco conviene alterar sus fundamentos, y si Jagoba Arrasate tan solo deja a un delantero arriba, su colega del Athletic tampoco se plantea prescindir de alguno de sus tres centrales, cambiando por necesidad del juego el dibujo táctico, con tal de sincronizarlos aún más para la cita con La Cartuja,

El Athletic cuajó el pasado miércoles frente al Granada, en la primera semifinal copera, probablemente su mejor primera parte de la temporada y completó ante Osasuna su peor primera parte del curso. El yin y el yang en tan solo cuatro días porque Gaizka Garitano tiene licencia para perder.