LOS siete días de la semana, el exministro de Interior de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz, escribe una columna en La Razón de Paco Marhuenda sentando cátedra sobre la perversidad de los socialcomunistas que, según su versión, gobiernan España.
Lo gracioso, rondando lo patético a la par que altamente ilustrativo, es que el moralista de aluvión lleva varios años imputado como principal muñidor de una trama de nombre Kitchen que lo sitúa como responsable de la creación de un cuerpo parapolicial que fabricaba indicios a medida contra enemigos de la patria, mayormente, independentistas catalanes.
Las pruebas acumuladas daban como para ir de Barcelona a la basílica de Montserrat ida y vuelta. Pero, por si faltara alguna más, una investigación conjunta de La Vanguardia y Eldiario.es -confieso mi sorpresa al enterarme de semejante entente- aportan un congo de datos más sobre la indecente actuación del tipejo bajo las órdenes y con el conocimiento, ojo al dato, de “ese presidente del Gobierno español del que usted me habla”. Veremos en qué queda el nuevo descubrimiento.
Los hombres “discriminados”
Un titular para reír con lágrimas amargas: el 44 por ciento de los hombres cree que se ha llegado tan lejos en las medidas de igualdad, que ahora los discriminados son ellos. El único motivo para no sulfurarse más de lo recomendable es que la cifra de marras sale de una encuesta del mismo CIS de Tezanos que, cuando se trata de política, falla más que una escopeta de feria.
Lo que ocurre en este caso es que, si uno presta oídos a su alrededor, el titular parece estar acomodado con lo que se respira en barras de bar, paradas de autobús o tertulietas machirulas junto a la máquina de café del curro. No me digan que no tienen alguien en su entorno que sostiene el mismo argumento.
Hasta Pedro Sánchez contó que algunos de sus amigos cuarentañeros no acaban de ver con buenos ojos la mandanga esa de la igualdad. Claro que en el sondeo que ha ido a los titulares hay otro dato para sacar la bandera blanca: una de cada tres mujeres está de acuerdo con que ahora los discriminados somos lo que tenemos colgajo. Da para pensar.