Primera ministra de Letonia: Me dirijo a usted como podría haberlo hecho a su colega lituano, Gitanas Nauséda. Confieso que, en ambos casos, soy un desconocedor de sus respectivas políticas interiores, lo que no es obstáculo para que les muestre mi sorpres después de saber que sus estados son los que mayores dificultades ponen a la incorporación del euskera, el catalán y el gallego como lenguas oficiales en las instituciones de la Unión Europea. Me llama la atención que dos países pequeños (2 millones de habitantes, Letonia; no llega a 3, Lituania) lideren la oposición en esta materia. Máxime, cuando sus habitantes saben perfectamente lo que es soportar la presión de un gran idioma, en su caso, el ruso. Leo, de hecho, que su temor es dar alas a los rusófonos de su territorio. Y es una pena.