Parecía que iba a ser cosa de un día, pero los amanuenses diestros no se cansan de glosar al policía infiltrado que ya ha quedado para los restos como ‘Rabocop’.
Así lo nombra, por ejemplo, Francisco Marhuenda en el título de su pieza con (pretendido) cachondeo incoporado: “Pam contra «Rabocop»”. Pam es, como ya saben, la Secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, a la que el director de La Razón sugiere que haga una ley para evitar casos similares: “Pam tiene la oportunidad, con la ayuda de Belarra, Montero y Rosell, de impulsar un texto legal para exigir que los policías infiltrados requieran el consentimiento, informando de su condición de agentes encubiertos, en el caso de tener relaciones sentimentales”.
"Hablando por derecho podemos concluir que alguna gente entraba en Jarrai para follar"
También el periódico azulón, Chapu Apaolaza se pone saleroso: “Lo exótico del asunto consiste en que alguien se vale del amor para entrar en un movimiento radical, cuando lo normal es que se entre en un movimiento radical para encontrar el amor. Después de mucha observación de los diferentes perfiles de terroristas, hablando por derecho podemos concluir que alguna gente entraba en Jarrai para follar”.
"El modelo habría resultado del todo ineficaz en Eibar o, nada digamos, en Alsasua"
Casi tomándole el pie a Apaolaza, el profundísimo intelectual Jon Juaristi tira del requetesobado chiste de lo poco que se practica el sexo en Euskal Herria: “Tampoco está de sobra añadir que el ambientillo de los movimientos sociales en Cataluña parece excesivamente acogedor, permisivo y confiado. Un quilombo, vaya. En el País Vasco resultaría inimaginable un caso como el de DHP. Allí no se consideraría delito. Ni siquiera pecado, sino un milagro desconcertante. El modelo habría resultado del todo ineficaz en Eibar o, nada digamos, en Alsasua”.
Previsible, Juan Manuel De Prada (ABC) vierte una retahíla rebozada en sal gruesa: “Unas mujeres okupas a quienes un policía infiltrado sonsacaba mientras las encalomaba dicen, echando mano de los ‘estereotipos de género’, que han sufrido abusos sexuales. A nadie se le ocurriría pensar, por ejemplo, que Mata-Hari abusaba sexualmente de los militares y diplomáticos feísimos, con verrugas en la papada y belfos babeantes, a los que sonsacaba; en cambio, lo pensamos que este sufrido policía que, además de disfrazarse ridículamente de okupa con cresta en el pelo y pendientes en las orejas, tendría que bajarse a pilones que no serían panes de azúcar, aunque estuviesen muy espolvoreados”.
"Y, de repente, se ve en la obligación de tener que proporcionar orgasmos a mujeres con pelos hasta en los sobacos y que no son famosas por el uso del jabón"
Rosa Martínez también tira en Vozpópuli del estereotipo de la higiene: “¿Es que nadie piensa en el pobre muchacho? ¿En su sacrificio? Imaginad ser un hombre aseado, pulcro, que entrena para mantenerse en buena forma, porque esos músculos no se hacen solos, que acostumbra a relacionarse con mujeres que también se cuidan… Y, de repente, se ve en la obligación de tener que proporcionar orgasmos a mujeres con pelos hasta en los sobacos y que no son famosas por el uso del jabón”.
En El Confidencial, Juan Soto Ivars especula con el dominio de las artes amatorias del policía y viene a concluir que tampoco tuvo que ser para tanto: “Supongo que al menos ellas pasaron un buen rato con el poli, porque esto ninguna lo ha negado. Cinco denuncian, luego tres no. Y una ha dicho en La Directa que en su engaño las cuidaba, les daba la razón en todo. Sospecho que tampoco era un patán en el catre”.
En el mismo digital, un tal Juan José Cercadillo tira por idéntico camino: “Un buen número de hembras le otorgaron sus favores. O viceversa. Y del favor por favor, al por favor más fuerte, parece que hubo consenso en cuanto a las virtudes del poli. No pudiéndose negar para no levantar sospechas fue levantando los ánimos de sus sucesivas parejas. La integración fue total y conforme a los informes nadie quedó disconforme con el método policial. A base de monosílabos, gestos, gemidos y gritos los secretos sí fluyeron de forma muy eficiente durante el voluntario intercambio de información y fluidos. Intimidad como método más eficiente que la intimidación para rematar pesquisas”.
No solo era poli, también español, hace jijí-jajá Mario Garcés en Libertad Digital: “Ignoro si el miembro del Cuerpo se ayuntaba en horario de servicio o lo hacía en sus horas de descanso. Ignoro si el miembro del Cuerpo lo hacía por placer o por obligación. Hasta confieso que podría conjugarse el deber y el placer bien entendido. Puedo entender y entiendo que las denunciantes se sientan defraudadas, una vez que hayan conocido que el amante era bilingüe y más español que el pijoaparte de Marsé”.
Para el final hemos dejado a Juan Carlos Girauta (ABC), que en realidad no habla del infiltrado inguinal, sino de una chusca gracia que hizo sobre el asunto Pablo Iglesias, metiendo a Ayuso de por medio. Y por ahí Girauta no pasa: “Creyó ser él el único antídoto contra la irreductible Ayuso. Y ella se lo folló. Repito, se lo folló. Se te folló, tío, no has levantado cabeza desde entonces; te dio vergüenza ejercer de lo que te había tocado, de diputado autonómico, y te acogiste a podrido en los medios de tu palo (naipes, insisto). Y ahí estás, tan vacuo y arrogante como siempre, tan chulito y tan cobarde, tan bravucón con los micros desde los que vuelves a tus raíces de provocador”.