Cada vez son menos las empresas que mantienen la costumbre de repartir por estas fechas una cesta de navidad. Y si fuera por Salvador Sostres, serían los currelas los que deberían agasajar a sus jefes. Lean: “España -mucho más que otros países más avanzados en este terreno- tiene que descubrir aún la cesta inversa y que el patrón es el Niño Jesús y no ellos porque él es quien mantiene la fe en la empresa y quien protege sus puestos de trabajo. Un padre serio, no importa si es periodista, comercial o barrendero, tendría que educar a su hijo en la reverencia al patrón. Filas de familias agradecidas tendrían que colapsar los despachos de jefes y dueños para celebrarlos y ofrendarlos por su resistencia”. No, todavía no es 28 de diciembre.