Es lo del perro de Pavlov. En el ultramonte escuchan “Impuesto a los ricos” y, más que a la salivar, comienzan a echar espumarajos por las teclas. Lean…

"La fiscalidad ideológica y populista de Sánchez y sus aliados inocula toxicidad contra la economía, la prosperidad y el bienesta"

Editorial (La Razón)

La toxicidad de una fiscalidad ideológica”, barrita el titular del editorial de La Razón. Si lo piensan un segundo, por lo menos, es creativo. Sustituye al clásico de la “voracidad”, que es fácil que nos encontremos unas líneas más abajo. En todo caso, la idea es la misma. No nos toquen los bolsillos, so rojos: “La fiscalidad ideológica y populista de Sánchez y sus aliados inocula toxicidad contra la economía, la prosperidad y el bienestar. Si algo ha demostrado el modelo de alto esfuerzo fiscal como el de España, es que estropea lo que funciona y no arregla lo inutilizado. Los ejecutivos liberales han refutado con hechos las quimeras impositivas de la izquierda”.

"La «trituradora» de la izquierda está tranquila, porque es un gobierno de coalición del PSOE y Podemos, con el apoyo parlamentario de bilduetarras, independentistas y antisistema"

Francisco Marhuenda (La Razón)

El director del periódico azulón en persona nos instila la segunda dosis de la misma cantinela. En este caso, Francisco Marhuenda echa mano del siempre resultón aumentativo en -azo y titula su pieza “Los impuestazos de la izquierda”. La doctrina no cambia, y para que tenga más efecto, viene acompañada de las jaculatorias habituales: “Es un permanente saqueo de los bolsillos de los españoles, familias y empresas, sin que racionalicen y reduzcan el gasto público. La «trituradora» de la izquierda está tranquila, porque es un gobierno de coalición del PSOE y Podemos, con el apoyo parlamentario de bilduetarras, independentistas y antisistema, así como de los pijo-progres de Más País. Los que antaño eran feroces defensores de las sufridas clases trabajadoras maltratadas por empresarios y populares son ahora los estómagos agradecidos que cobran de los Presupuestos”.

En ABC, Carlos Herrera, que no es precisamente de la clase media y, menos, de la baja, se erige en su defensor. Pero casi no se nota que habla de su bolsillo transportable: “Los capitales, desgraciada o afortunadamente, pueden huir. Y es de cajón que resulta más caro el ajo que el pollo. Llevan con lo de los ricos toda la vida del Señor y, al final, siempre acaban pagando las clases medias e incluso las bajas que hayan conseguido, mediante su trabajo, un puñado de ahorros”.

En Libertad Digital, cuya divisa es Mantén tus sucias manos lejos de mi cartera, Cristina Losada habla de infiernos: “Que paguen otros siempre gusta. Que otros paguen más, gusta más aún. Si los que van a pagar son los más favorecidos, miel sobre hojuelas. El Gobierno ha atado bien la psicología social hasta ahí, pero sólo hasta ahí. No basta con anunciar un infierno fiscal para los ricos, ricachones, millonarios y demás figuras estereotipadas de ese imaginario tan caro a la izquierda. No basta con anunciar el infierno fiscal para unos pocos, cuando dejas en el infierno de la carestía a los demás”.

¿Defensor de los pobres o promotor de la pobreza?”, se pregunta retóricamente Pedro J. Ramírez firmando como editorialista de El Español. La tesis es divertida. Dice que no se trata de recaudar sino de hacer la faena a los ricos por serlo. Algo así: “Lo que María Jesús Montero está reconociendo es que la finalidad del impuesto no es recaudatoria, sino punitiva. El objetivo no sería por tanto aumentar la recaudación del Estado (que está en niveles récord debido al aumento de la inflación), sino boicotear la política económica del PP en Madrid y Andalucía”.

Pues miren, al final, no ha aparecido lo de la voracidad. Pero sí lo va a hacer la socorrida expresión “medidas extractivas”. Se lo debemos al editorialista de El Mundo, que tampoco es partidario de que los ricos aporten su migaja: “Lo cierto es que la medida no es sino una respuesta acelerada a la ofensiva económica del PP andaluz, que ha anunciado la supresión del impuesto de patrimonio mirándose en el espejo de Madrid, en un momento en el que, además, la apuesta por la recentralización fiscal enarbolada por el ministro José Luis Escrivá había complicado el discurso del Gobierno. El nuevo impuesto entrará en vigor en enero, al mismo tiempo que unas cuentas del Estado con el gasto más alto de la historia. Es momento de una política económica que genere confianza y atraiga la inversión y no de medidas extractivas que la ahuyenten”. Continuará...