Allá en lo alto, en Miribilla, se alza un nuevo faro de posibilidades para los jóvenes: el Gaztegune en Miribilla. Este espacio, que se abre como un libro en blanco, invita a la juventud a escribir sus propias historias, a soñar en colectivo y a encontrar su voz en un mundo que a menudo parece silenciarla.
El Gaztegune no es solo un edificio; es un refugio, un laboratorio de ideas, un lugar donde la creatividad puede florecer sin las cadenas del escepticismo. Aquí, los jóvenes pueden explorar sus pasiones, desde la música hasta el arte, desde la ciencia hasta la tecnología. Es un recordatorio de que la juventud no es solo un periodo de la vida, sino una actitud, una forma de ver el mundo con ojos curiosos y corazones valientes. A ese universo le invitan a entrar a la juventud.
Y no muy lejos, en Ollargan, se erige un parque ciclista que se convierte en un símbolo de libertad y movimiento. En un tiempo donde las ciudades parecen cerrarse en sí mismas, este espacio invita a los jóvenes a salir, a pedalear, a sentir el viento en sus rostros y la adrenalina en sus venas. Es un llamado a la aventura, a la conexión con la naturaleza y con otros soñadores que, como ellos, buscan un lugar donde la diversión y la camaradería se entrelazan.
Ambos espacios son más que simples infraestructuras; son manifestaciones de un compromiso con el futuro. En un mundo que a menudo parece desinteresarse por las voces jóvenes, Bilbao se levanta como un faro de esperanza, un lugar donde se reconoce que la juventud es el motor del cambio. Aquí, se les ofrece un escenario para que sus inquietudes, sus luchas y sus sueños sean escuchados y celebrados.
La apertura de estos espacios es un acto de valentía, un gesto que dice: “Ustedes importan”. En un tiempo de incertidumbre Bilbao susurra al oído ese mensaje: “Aquí hay un lugar para ti”.