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No uno cualquiera

Hoy no es un día cualquiera. Son 24 horas para la reflexión. Antes de que usted deje de leer por aquello del hartazgo que conlleva una la nueva visita a las urnas -que conste que no invoco a la abstención: nada más lejos de mi intención...- le diré que hoy es el Día mundial de los oceanos que propone la ONU y que nos recuerda su importante papel en la vida cotidiana. Son los pulmones de nuestro planeta, una fuente imprescindible de alimentos y de medicinas y una parte fundamental de la biosfera. 

Digamos que es el corazón del planeta, bombeando toda la la superficie terrestre. El propósito del Día es informar sobre el impacto de los seres humanos en el océano, desarrollar un movimiento mundial de apoyo y unir a la población en un proyecto para la gestión sostenible de nuestros mares. Los hombres de la mar ya han puesto el grito en el cielo: la pesca tradicional artesanal corre el peligro de la desaparición.

Ahora que acaba de atracar, allá en los muelles del Itsasmuseum, el Artic Sunrise, un rompehielos que en los años setenta se dedicaba a caza de focas en el Ártico y hoy lo gobierna la gente de Greenpeace, aparece ante nuestras costas la posibilidad de concienciarnos sobre la necesidad de cuidar la mar. Nunca más que hoy cobra un sentido único la expresión de guardacostas. 

El ecosistema y la biodiversidad, esas son las dos alaa a vigilar para que la naturaleza, alicaída, levante el vuelo.