Es un pensamiento poco reciente. No en vano fue Quevedo (nada que ver con el canario que ha catapultado la música urbana y todo con el escritor con el escritor del Siglo de oro que nació cojo, con ambos pies deformes y una severa miopía; por lo que pasó una infancia solitaria y triste, propenso al bullying de la época...) quien aseguró que donde hay poca justicia es peligroso tener razón. Viene hasta este sacacorchos esa imagen ahora que acaba de celebrarse un simulacro, una suerte de obra de fin de curso del programa Educar en Justicia, impulsado por el Gobierno vasco y el Consejo General del Poder Judicial. La gente del recuento asegura este año han tomado parte en la iniciativa 3.557 escolares de 73 centros vascos y 41 profesionales de la Judicatura y la Fiscalía, que han acercado a los estudiantes el funcionamiento del sistema para que conozcan lo que es la práctica de la justicia efectiva

Se trata de una mirada de primera mano sobre los tribunales, donde se entiende que uno tiene que estar a favor de la justicia, a favor o en contra de quien se aplique. No hay razones, ya dije, que justifiquen los actos violentos de alguien que se ha sentido ofendido. Ese es uno de los mensajes que han transmitido a una juventud que, en numerosos de los casos, no tiene tiempo para detenerse a la reflexión.

El legendario lema francés que dice Libertad, igualdad y fraternidad surgió durante la Revolución francesa pero no llegó a adquirir carácter oficial, por ser un lema entre muchos otros. Camille Desmoulins asoció los tres conceptos en su periódico en 1790 y Robespierre usó el lema ese mismo año en un documento difundido por toda Francia pero sólo se hizo oficial tras una orden de la Comuna de París a los parisinos para que pintaran en las fachadas de sus casas dicha frase en 1793. Hoy el asunto de la fraternidad, eso es bien cierto, se mira con ojos de extrañeza porque es una virtud que no se aprecia lo suficiente, pero la libertad y la igualdad siguen vigentes en los tribunales de medio mundo. 

Al amparo de esa idea, el curso que ayer llegó a su fin con la escenificación de un juicio, tiene por objetivo lograr que la juventud conviva con esta realidad. El propósito es que se aprenda a identificar qué es delito, cuáles son las responsabilidades penales y, sobre todo, que se identifiquen las situaciones en las que una persona puede ser víctima, les dijo la consejera Nerea Melgosa.