UNA de las grandezas de las vacaciones es esa sensación previa de que otro mundo nos espera. Una tierra desconocida donde no hay urgencias ni compromisos ineludibles; una civilización sin reloj donde cada uno se organiza el día según le plazca y lo mismo se prepara una mañana de snorkel, un mediodía de, qué sé yo, arroz con bogavante o el plato típico de la zona que visite, una tarde de paseos o baños y cenas de terraza, a la luz de la Luna. Pero lo mismo uno planea una visita a las pirámides o a un museo, practica senderismo en la naturaleza con rutas espectaculares o lee un libro a pierna suelta, con siesta intercalada. Como el perro de Paulov, a uno se le hace la boca agua solo con oír la campanilla.

Ha sido recibir la noticia de que ya llega a nuestros campamentos la caravana de Expovacaciones, con 200 destinos probables y regodearse en la ensoñación. No hace falta viajar a la sensitiva Cuba o la nostálgica Portugal, dos destinos bien apeticibles, es cierto. Uno puede cruzar el Iron River, un proyecto que ofrece una experiencia única para explorar la riqueza histórica e industrial de Bizkaia de una manera diferente. Este territorio, impregnado de historia minera e industrial, ha otorgado al territorio de Bizkaia de un carácter especial y auténtico a lo largo del tiempo, convirtiendo antiguos recursos productivos en lugares de gran interés histórico y turístico.

Expovaciones abrirá sus puertas el viernes entrante y ya hay gente que aguarda con expectación. No por nada, para una parte de la ciudadanía ya el mero hecho de recorrer los estands, probar algunas de las golosinas que se encontrarán en destino, recrearse con las imágenes y escuchar historias autóctonas de cada pueblo ya supone una aventura. Casera, pero aventura.

Ocurre con Expovaciones como, qué sé yo, con el mercado de Santo Tomás. Su llegada es el anuncio de un tiempo nuevo, como les decía. Se aproximan el estío y las vacaciones como el 21 de diciembre uno se siente ya inmerso en las navidades. He leído la noticia, como les decía, y los ojos se me han ido al armario donde guardo las gafas de buceo y los bañadores y han recorrido la librería de casa para elegir qué libro pasará por mis manos dentro de poco.