SE sitúa en una fábula con personajes animales reales. Las primeras ediciones datan del siglo XIX pero se piensa que la historia es mucho más antigua aunque no se conocen bien sus orígenes. Walt Disney fue quien le dio vuelo internacional, quien espolvoreó esta historia por medio mundo con la maléfica figura del lobo feroz. Lo vivido ayer a orillas de la Ría trajo consigo un aire de ese cuento de los tres cerditos, habida cuenta que la legendaria Casa de la Palmera, allá en Zorrotzaurre (en el solar 8 de la desaparecida Travesía de los Espinos, para más señas... ) cayó en garras del lobo de la construcción y fue derribada en apenas cuatro horas en un soplido de los buldozers que se llevaron por delante siglos de historia. La familia Etxebarria, que nada tiene de cerdita, válgame Dios, se quedó sin siglos de propiedad en un santiamén. Es la ley de la modernidad, que todo se lleva por delante con el batir de sus fauces. Bilbao pierde, con ese relato, parte de su historia.

Al tiempo la ciudad se fortalece. No en vano, culmina la regeneración de los 36 edificios residenciales más antiguos de Olabeaga, dándole a muchos de esos edificios aires de progreso, con eficiencia energética de primera magnitud y un grado de accesibilidad bien alta. ¿Vendrá el lobo con sus soplidos? Que venga. La rehabilitación de los edificios parece sólida como una roca y hoy ya no hay chimeneas de boca ancha por las que pueda colarse el hambriento animal ni fuego que caliente un caldero en sus bajos. Ahí se refugiaran los hijos del bosque de Olabeaga para aferrarse a una vida de barrio que tanto han amado a lo largo de los años. La noticia emociona.

No era fácil la defensa de ese estilo de vida, sobre todo porque no era barato. El área de Regeneración Urbana del Ayuntamiento de Bilbao ha dado por finalizado el proceso de rehabilitación tras una década de intervenciones que ha supuesto una inversión total superior a los 4,5 millones de euros, de los que alrededor del 70% de media ha sido aportado por los propietarios y el resto por ayudas institucionales de Surbisa y el Gobierno vasco.

Ahí sigue el barrio en pie, con menos peligros y más estética acorde al gusto de los tiempos; con los vecinos integrados en la recuperación ladrillo a ladrillo, aportando recursos e ideas. Ahí están las nuevas casas y al lobo, que las mira con deseo y afán, que le zurzan.