La frase fue de Pablo Picasso y está cargada de una dosis surrealista, casi acorde al arte de Pablo. Me gustaría vivir como un hombre pobre con mucho dinero, dijo el artista malagueño. Y visto cómo ahora Bilbao afronta el mayor presupuesto de su historia y dispara la inversión y el gasto público uno piensa que una de las dos partes está equivocada. Claro que un ser humano y una ciudad son dos entes bien distintos así que quizás ambas posturas son correctas en el kamasutra de los presupuestos, dicho sea sin segundas.

Permítase este comentario jocoso como celebración de la buena noticia, una rara avis en vía de extinción. Fijémonos en otros casos que se movieron por ese alambre. Sin ir más lejos, P.T. Barnum, fundador del circo Barnum and Bailey, fue uno de los hombres más ricos de Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Era un empresario y animador excepcional, y un icono del ingenio. Creía que las personas debían usar el dinero para disfrutar de la vida, en vez de acumularlo o ser tacañas solo para acumular riquezas. Llegó a decir que “el dinero no sirve para nada al menos que conozcas su valor por experiencia”. Bilbao ha tenido algún que otro año incubado como un huevo de oro así que es de esperar que Juan Mari Aburto sea qué hacer y cómo.

Disparar la inversión y el gasto público, decíamos. Ha de hacerse con equilibrio y puntería y no jugando a la ruleta rusa. Suena bien el proyecto porque suena a justo. Una ciudad tiene la obligación de hacerlo de la mejor manera posible o como sabe. No es un ser humano que, en según qué casos, coge el camino equivocado. ¿O acaso no es verdad lo que vengo a decirles ahora, Demasiadas personas gastan dinero que no han ganado para comprar cosas que no quieren y para impresionar a la gente que no les gusta. La ciudad es, tiene que ser, otra cosa.