PASÓ un ministro del emperador y le dijo a Diógenes: ¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular más al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas. Diógenes contestó: si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador. He ahí un pasaje de la historia atribuido a Diógenes, el cínico, que se predica en filosofía como ejemplo de independencia, de cómo cada cual se busca sus habichuelas como puede.

El escritor francés Ernest Legouvé, considerado uno de los precursores del feminismo a través de la educación, jugaba con la misma idea cuando aseguró que “educar a un niño es enseñarle a prescindir de nosotros.” Y, sin embargo, no siempre es posible alcanzar tales cotas de perfección. En ocasiones la vida se tuerce y uno o una ya no puede volar solo: le faltan alas. Bizinde, el centro de vida independiente de Fekoor, ha puesto en marcha un proyecto de mentoría en el que personas voluntarias con discapacidad establezcan una relación de apoyo mutuo para su crecimiento personal y social. Es lo que se llama predicar con el ejemplo.

Tratándose entre iguales las fuerzas se equiparan y el intercambio de conocimentos sobre cómo afrontar la discapacidad de cada cual mejora el desenlace del encuentro. Quien te orienta sabe de lo que habla. Quien escucha, sabe por dónde ha pasado el mentor o la mentora. No hablan de oídas.

Según se escuchó decir a una de las mentoras, Leire Indurain, “cuando se trata de una discapacidad sobrevenida, las personas afectadas atravesamos distintas fases hasta superar el duelo que nos supone sufrir una lesión permanente. Es en esos casos donde la red de mentoría puede acompañarles y apoyarles para avanzar en su proyecto vital.” La compañía te guía, te orienta en el camino y. en los casos extremos, te impide sacar bandera blanca, la peor de todas cuando las dificultades se cruzan en el camino de uno.

No se trata de ponerle representantes a tu vida, claro que no. Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer, como dijo Jorge Bucay. Pero alguien te puede transmitir conocimientos, alguien te puede alentar para que crezcas; alguien, guiarte para que encuentres, y alguien, enseñarte cómo se hace. La independencia es justo eso: ser capaz de hacerlo solo. No estar condenado a hacerlo en soledad.