EL salto va de una crisalida a una mariposa, de un puñadito de semillas a una rosaleda, de un andamio a un rascacielos. Los restos del Bilbao antiguo, con toda la carga de historia que arrastan consigo, se preparan para dar el salto a la modernidad. Es casi un triple salto mortal, uno de esos volatines que le dejan con la boca abierta a cualquiera. Solo aquellos que arriesgan a ir demasiado lejos son capaces de averiguar lo lejos que pueden llegar. Y en esa tarea anda aplicándose Bilbao, que pretende recuperar tierras y espacios en desuso.

El viejo solar de Sendeja que recuerdo a una cicatriz del pasado, la necesidad de unir Sarriko con el nuevo Zorrotzaurre a través de una pasarela peatonal y el ancestral cementerio de Begoña, que estuvo en funcionamiento desde 1813 hasta 2006 (fecha de su cierre; la última inhumación se sitúa en 2003) y, es fiel testimonio del devenir, desarrollo, crecimiento e historia de Bilbao, hasta el punto de que permaneció activo incluso en momentos muy complejos como la Segunda República o durante la Guerra Civil, van a cambiar de uso. En Sendeja se recreará una suerte de espacio abierto a la ciudadanía, una suerte de parque; sobre la ría una cordón umbilical que abre paso a dos tierras y en la Luz de Begoña (creo que se llamará así el nuevo proyecto...) van a levantar un homenaje a la Memoria Histórica. ¡Voilá!

La idea ahora es enriquecer todo esos planes con un concurso de ideas que embellezgan los tres proyectos y les den una imagen acorde a los tiempos de hoy. Una mariposa, una rosaleda, un rascacielos, qué sé yo. Es hora de atreverse, claro que sí. Maimónides, uno de los sabios de la Humanidad, nos lo dejó bien claro: el riesgo de una decisión incorrecta es preferible al error de la indecisión. Bilbao se ha lanzado al riesgo, si es que lo hay, tras muchos años de parálisis en esas zonas. Aprendemos a andar al caer. Si no caemos, nunca aprenderemos a andar así que venga, manos a la obra. En algún lugar leí, no recuerdo ya dónde ni de quién, una reflexión al respecto. Decía algo así como “si te ofrecen un asiento en un cohete, no preguntes qué asiento. Simplemente entra”. Es lo que parece dispuesto a hacer Bilbao: montarse en una nave espacial que nos lleve al futuro en esos tres rincones. La cidadanía lo agradecera. No en vano, nada nos gusta más que lanzarnos a la aventura. Empujemos entre todos para coger impulso.