EL hombre actual ha superado las distancias, pero no sabe crear auténtica cercanía, nos dijo Martin Heiddeger a mediados del pasado siglo en una intuición que bien pudiera considerarse hombro con hombro con la realidad. ¿Será esa la idea que propició el legendario conflicto histórico entre las líneas de autobuses entre Bilbao y Gasteiz, tan confusas y enfrentadas que más que líneas parecían curvas de autobuses? Quizás tanta cercanía, les digo, ha provocado durante un largo tiempo conflictos de comunidad, riñas de patio de vecindario.
Quienes han usado los dos aeropuertos –Foronda y Loiu– y sus posibles enlaces, quienes se han trasladado de casa a la fábrica y viceversa en ese camino de ida y vuelta; quienes han vivido operaciones comerciales entre ambas tierras o han compartido la amistad con tránsitos de una punta a la otra son conscientes de las dificultades vividas, tan habituales que se diría que había un horario de problemas de mañana y tarde. Suena irrisorio pero les aseguro que la paciente gente que lo sufrió no se reía ni un pelo.
La nuevas líneas, el acuerdo por estrenar, anuncia un tiempo de paz y tranquilidad por la tierra rodada que une ambos territorios. El pacto parece engrasar toda la maquinaria del transporte público para que todo fluya con los horarios más flexibles (ganarle horas a la noche resulta, abracadabra, casi un truco de prestidigitación...) y con los municipios, ahora más conectados, al alcance de la mano. Resulta insólito el tiempo que se ha tardado en aplicar el necesario factor de corrección. Ahora solo cabe esperar que todo se active con habilidad.
Las diputaciones de ambos territorios han acordado una concesión conjunta del servicio que pone fin, como les decía, a años de conflictividad entre las dos diputaciones por la competencia de las líneas. Ahora se miran entre ambos sin recelos. Y así, la ciudadanía no da crédito a lo que ve. Entre las novedades están la nueva línea de autobús a los aeropuertos de Loiu y Foronda; la posibilidad de pagar con las tarjetas de transporte BAT, Barik y Mugi, con descuentos; bonos mensuales, trimestrales y anuales para usuarios habituales y la renovación de la flota, con nuevos y más modernos autocares. ¿Ven? Todo es posible cuando dos partes ceden, conceden y ganan en según qué concesiones. Cuando la gestión se ha sentado de buena fe, el pueblo saca ganancia de esa buena voluntad. Y ahora lo celebra.