Acada día que pasa crece la movilización en pos de la movilidad, un hábito que influye en la calidad de vida de todas aquellas ciudades que buscan un futuro más ágil y con cintura para esquivar todas las dificultades que salen en el camino. A las puertas de la Semana Europea de la Movilidad (SEM), Bilbao se asoma al balcón de los pregones y anuncia su apuesta: más protagonismo a la baldosa y el bidegorri frente al asfalto. Es un paso más sobre el viejo eslogan, aquel que decía “quien mueve las piernas, mueve el corazón”. La ciudad se prepara para dar un impulso a la renovación del funicular, nuevos ascensores y un bidegorri de amplios tentáculos. No quieren rendirse en esta lucha contra el sedentarismo ni sacar bandera blanca ante los vehículos particulares contaminantes.

Menos plato y más zapato, decían nuestros mayores, un consejo que, seamos sinceros, no lo hemos tomado en serio del todo. Al menos no todos. Es hora de que se sumen más seguidores a ese lema. Entre las últimas propuestas municipales destacan medidas como Quince paseos saludables para descubrir Bilbao, los Caminos Escolares y las peatonalizaciones todos los domingos entre Moyúa y Mazarredo y Paseo de la Merced- San Nicolás-Puente de El Arenal y en tres entornos escolares a diario, además de la instalación continua del servicio municipal de alquiler de bicicletas Bilbobizi.

No cabe un pero que poner sobre asuntos como este, pero sí surgen algunas pérdidas por comparación. A quienes nos queda ya lejos el camino al colegio nos resulta extraño. Al colegio se ha ido siempre con amigos vecinos, con familiares o en solitario y con prisa para sacarle chispas al patio. Ahora, al parecer, esa travesía no es segura del todo y hay que trazar rutas de seguridad como se dibujaban vías de escape sobre los mapas de guerra. Ahí sí que hemos perdido. l