Ahora que llegan los tiempos serenos en el calendario surgen las aguas agitadas en el Athletic, sin que ello quiera decir que sean malas las corrientes que le llevan y le traen sino que el club vive rodeado de una actualidad candente. Lo mismo toma la palabra el presidente para sumarse al sueño de la afición de tocar el cielo de la Chasmpions League, sin dejar caer la advertencia de que la clasificación también pasa por San Mamés y su gente (la semana que viene hablará sobre la grada popular en un monográfico que promete chispas...) que muestra su esperanza en que el barco navegue viento en popa con el experto timonel que hoy lo pilota, Ernesto Valverde. Quiere llegar con él a puerto y hará lo posible para renovarle para que así sea. Paz en las gradas y en los banquillos, ese es el mensaje en la botella.
Esa serenidad que no se alcanza del todo. La llegada de un delantero de tralla como Maroan Sannadi se produce entre claroscuros. Hablan de él maravillas quienes lo han visto pero ese mensaje choca contra la intransigencia de quienes ven en el fútbol un campo de batalla. A Maroan le vieron en Sevilla con los ojos inyectados en sangre, volcando sobre su corpachón insultos racistas cuando calentaba en la banda. Se ve que en el fútbol habitan gentes cortas de vista en sus entendederas. El hombre pasa palabra con templanza, como si ya hubiese pasado por trances similares. Ánimo y suerte a este hombre que ya se le espera.
El equipo blanco lanzó estos días una carta negra en la que se insinúa que existe una suerte de complot contra ellos por una entrada sobre Mbappé mal juzgada. Dolor de los dolores. Callaron cuando Carvajal rompió el peroné de Yuri Berchiche hace no demasiado tiempo, ha recordado el presidente, a quien al parecer, no sin razón, la presión lanzada contra el colectivo arbitral. Ya ven, era una semana tranquila y apareció el mar de fondo.