¿HUELES eso? ¿Lo hueles, hijo? Es el napal. (...) ¡Allí olía a victoria!” La frase la pronuncia Robert Duvall bajo el vuelo de los helicópteros en la célebre película Apocalyse Now y es conocida en medio mundo. La victoria. Esa es la gran necesidad. Dice una voz de la calle que ha de ganarse por lo civil o por lo criminal. No sé sí el fútbol da para tanto extremo pero sí parece cierto que es la única salida en estos días. En su primera asamblea de socios compromisarios, el trono o el cadalso, según soplen los vientos, Jon Uriarte se enfrentó ayer miércoles a un desafío: sacar adelante sus planes con el visto bueno de la masa social. Doblar ahí la rodilla conlleva un freno y recoger una cosecha de votos favorables supone llenar el granero para el invierno, ese tiempo en el que el fútbol está cargados de partidos del fin del mundo, últimos minutos agónicos, clasificaciones in extremis, posiciones fluctuantes en la tabla y cosas así. Con tanto peso, conviene dejar ligeros de equipaje los despachos y reunir fuerzas para la batalla del día a día.
En los últimos días hemos escuchado un May day, May day procedente de la tesorería del Athletic. Una amenaza se cierne sobre las arcas del Athletic y en el horizonte se otea un par de soluciones: la venta de un jugador (siempre es la solución más desagradable para el club...) o una clasificación europea que regenere la tabla de ingresos.
Vista la situación, la afición y la gestión (no es mala de momento...) miran al césped. El Athletic está sexto clasificado y ha jugado un puñado de buenos partidos. Solventes unos y valientes los otros. Sucede ahora que el Athletic encadena cuatro partidos sin ganar. No mereció perder más que uno, el de Barcelona. En los otros tres sacó menos botín del que merecía. Jugó con corazón y valentía pero no logró los tres puntos, el alimento que le empuja a uno en la escalada. ¿Qué partido veremos esté domingo? ¡Quién lo sabe! Lo que sí se puede es aventurar un riesgo: no ganar mereciéndolo. Hemos visto a los leones encadenar tres partidos bajo esa sensación. Ahora ya no es suficiente. Existe el peligro de que en la cabeza del futbolista se meta la nociva y dañina idea de que ganar les cuesta un mundo. Y eso siempre agarrota.
Ya les había dicho que Europa sería un bálsamo y una buena dosis de ilusión así que no queda otro remedio. Uriarte buscó el pláceme y los hombres de Valverde necesita tres puntos. Por lo civil o por lo criminal.