BILBAO se apresta a vivir desde hoy y hasta el próximo domingo día 25 su ya tradicional paréntesis festivo con motivo de la Aste Nagusia, que este año cumple su 41º edición. Son, pues, más de cuatro décadas ya desde que en 1978 se iniciase el periodo presidido por el actual modelo de fiestas populares bajo el protagonismo fundamental de Bilboko Konpartsak pero cuya esencia de participación ciudadana se ha ido extendiendo con éxito por prácticamente toda la ciudad. Durante estos próximos nueve días que arrancan hoy con el lanzamiento del txupin y la esperada reaparición de Marijaia, Bilbao se convertirá en la capital festiva por antonomasia, con una amplísima oferta de actos dirigidos a la más genuina diversión, constituyéndose así la Aste Nagusia como uno de los mayores eventos culturales y de ocio de Europa. Este paréntesis en los quehaceres y muchas de las preocupaciones diarias durante las fiestas no puede significar, en ningún caso, la ausencia del compromiso firme con los valores básicos que son propios de la ciudadanía bilbaina. Ya la propia elección de la pregonera de este año como encargada de dar el pistoletazo de salida a la Aste Nagusia en la figura de Beatriz Sever, portavoz de Naizen, la asociación vasca de familiares de menores transexuales, supone toda una declaración de principios sobre el carácter inclusivo y de respeto absoluto a la diversidad que caracteriza y debe ser una de las bases sobre las que se asienta el modelo festivo. Un respeto que debe entenderse y asimilarse como un valor absoluto, también durante las fiestas, periodo en el que no cabe ningún tipo de excusa -como la ingesta excesiva de alcohol, un problema de salud pública que también es necesario abordar en toda su extensión y complejidad- para explicar o justificar actitudes contrarias a la integridad o dignidad de otras personas o colectivos. En concreto, y de modo especial, son inaceptables actitudes discriminatorias u ofensivas por cualquier razón, así como la xenofobia, la homofobia o LGTBIfobia y conductas sexistas o machistas y mucho menos ataques o cualquier tipo de violencia contra la mujer por el hecho de serlo. Bilbao debe ser un ejemplo, también durante la Aste Nagusia, del lema que constituye la esencia del respeto a la absoluta voluntad de las mujeres: solo un sí libre y explícito significa sí. Lo demás es, simplemente, un rotundo no.