NO hay manera. Ni siquiera puede transcurrir una semana sin sobresaltos en esta forma pendenciera de hacer política. Se ha instalado como ambiente natural la pelea de taberna, la bronca de patio de colegio, la exaltación de lo más zafio del pandillaje. Nos han dado la semanita, y eso de momento, con los desahogos del histrión mayor en la cumbre ultraderechista apadrinada por Vox. Soltados los exabruptos del bufón estrella, el tal presidente de Argentina Javier Milei, se desató una vez más la barahúnda apelando a lo de si fue pura revancha, grave ofensa a la patria o simplemente que se vino arriba en el fragor de la fachesfera.

Instalado el chapapote ambiental, al equipo de Pedro Sánchez parece que le costó dar con un rival dialéctico capaz de competir con la jauría de provocadores de la derecha extrema del PP y los más radicales de la extrema derecha de Vox. Y dieron con él, y se le hicieron ministro para amplificar la megafonía. Óscar Puente, mamporrero con mando en plaza, sería el azote para igualar las provocaciones de la bancada fascista. Muy pronto se le vieron maneras de bocazas y ha venido armando gresca hasta que culminó insinuando que el presidente de Argentina es un colgao que a saber lo que se mete.

Faltarle a Javier Milei es como invitarle a un guateque y, siendo el emperador del insulto y el vilipendio, devolvió la afrenta tirando por elevación contra el presidente español y su consorte, recibiendo la ovación de la masa fascista que celebró la arremetida como un fastuoso obsequio electoral. A su manera, histriónica y bufona, Milei prosiguió con la boca caliente y todavía no se ha bajado del burro arremetiendo contra España, su Gobierno, su presidente y la madre que lo parió. A este populista histriónico le va la marcha y se la suda la retirada de la embajadora, el conflicto diplomático y la depauperación de su país, al grito de “¡viva la libertad, carajo!”. Es lo que tienen los populismos, como aquel “¡viva la libertad y vivan las cañas en terraza!” que abanderó la lideresa Ayuso en tiempos de confinamiento.

Y así nos vamos distrayendo, entre los improperios de un bocazas y un histrión, mientras sin darnos cuenta prosperan a sus anchas las hordas fascistas de todo pelaje dispuestas a convertir nuestra Europa de las libertades en un erial antidemocrático. Están en ello. Y ya es hora de que nos demos cuenta que los ultras, los fascistas y los populistas se crecen en las provocaciones. Al menos eso dicen las encuestas.