ALEX Petxarroman tiene un mes por delante para hacerse notar y persuadir a Marcelino de que se trata de una alternativa interesante. Desde fuera, su llegada no dice gran cosa básicamente por su condición de desconocido, es un futbolista que solo ha jugado en Segunda B, en el filial de la Real Sociedad. Pero que el Athletic, quiere decir que la operación posee un fundamento que trasciende el hecho de que quedaba libre y no era preciso abonar dinero alguno en concepto de traspaso. Solo el tiempo dirá si el movimiento está justificado, dependerá en última instancia de que Petxarroman demuestre nivel para formar parte de la plantilla del primer equipo. En cualquier caso, el riesgo es muy relativo, al menos desde la perspectiva económica. Es decir, que en el supuesto de no cumpliese la expectativa depositada en él, de que no se asentara en el grupo al que se incorporó hace una semana, las consecuencias serían perfectamente asumibles.

No obstante, los técnicos de Lezama estiman que puede ser una pieza útil después de realizar un seguimiento que abarca varias temporadas. En concreto, su cesión al Gernika en la 2017-18 se convirtió en una magnífica oportunidad para observar con detenimiento sus aptitudes. Pese a que causó baja al principio por una lesión de tobillo, su rendimiento resultó muy convincente. El Athletic ya barajó entonces la posibilidad de captarle, pero su vinculación contractual a la Real, que al año siguiente le ascendió al filial, dejó el asunto en nada. Una grave lesión de rodilla en septiembre de 2019 frenó su crecimiento y favoreció la promoción de competidores directos, por ejemplo Gorosabel, hoy integrado en el proyecto de Imanol Alguacil.

El propio Petxarroman reconoce que la opción de dar el salto a la élite que incluye la oferta del Athletic ha sido clave para decidirse a cambiar de aires. Señal de que cree en sí mismo y no se siente amedrentado por la amplia nómina de laterales del equipo, que cuenta de entrada con Capa, Lekue y De Marcos para dicha demarcación. Es hasta lógico que este dato por sí solo alimente el escepticismo generado por el único fichaje del verano, pero quizá debería analizarse cuál es la situación del mencionado trío para entender mejor la iniciativa del club.

Por empezar por el más veterano, no resulta descabellado pensar que De Marcos se halla en la recta final de su itinerario rojiblanco. Renovado mediada la pasada temporada por un año más, parece razonable augurar su adiós en 2022. Con Lekue ocurre que no ha sido capaz de corresponder a la ilusión que despertó cuando fue ascendido del Bilbao Athletic; después de seis campañas, las estadísticas del bilbaino son elocuentes y dicen que continúa sin consolidarse en la alineación. Capa ha sido el titular habitual desde que fuera pescado del Eibar, pero su rotunda negativa a aceptar la propuesta de renovación que recibió meses atrás ha paralizado las conversaciones, que van camino de enquistarse y desembocar en su salida del club a la finalización del vigente ejercicio.

Así pues, sobre el papel el puesto de lateral está copado, pero al profundizar esa impresión se desvanece. De ahí que Petxarroman entre en escena. De momento su incorporación merece ser catalogada como estratégica y aunque su conveniencia sea aún una incógnita, refleja la existencia de un afán por buscar soluciones razonables en una plantilla que reclama medidas tendentes a elevar su índice de competitividad.