A conclusión sale sola: la directiva del Athletic, cuya dimensión exacta se deduce del escrutinio de los votos emitidos por los compromisarios. Ha habido asambleas, unas cuantas, que han expresado con cierta claridad su discrepancia con la labor realizada en Ibaigane, pero no se recuerda un antecedente donde el rechazo alcanzase porcentajes del calibre de los computados el domingo: en torno al 60% en una jornada en la que además tomó parte el 82% de las personas censadas, una cifra particularmente alta. Será este lunes cuando Aitor Elizegi valore el severo revés sufrido y comunique los pasos que va a dar, que se presumen complicados toda vez que para conseguir el visto bueno a unas cuentas reformuladas necesita convencer a un número muy elevado de compromisarios para que cambie el signo de su voto.

Quizá, antes de centrarse en la ingeniería financiera, el presidente y su equipo deberían empezar por identificar el origen de la derrota, las auténticas razones que se esconden detrás del abrupto divorcio promovido por el cuerpo social. Se sabía de antemano que la propuesta económica relativa al carnet generaba contestación, en especial por la fórmula escogida para establecer la devolución del importe correspondiente a los partidos con el estadio cerrado, pero no parece que este sea el único motivo que ha inspirado a quienes se decantaron por rechazar los dos puntos más importantes del orden del día. Y a no transigir con el proyecto estrella de Elizegi, la famosa grada de animación, señuelo electoral que en su operativo ha propiciado bastante polémica y ello pese a que el aforo previsto al comienzo se ha reducido a la mitad.

Desde que hace catorce meses Elizegi sacase adelante sus propuestas hasta hoy, algo ha tenido que cambiar para llegar a este desenlace tan elocuente. Y no se trata de la pandemia, asunto con el que todo el mundo está suficientemente sensibilizado y que la directiva ha enarbolado como causa de todos sus males. Entonces, octubre de 2019, logró por un exiguo margen que la asamblea le permitiera avanzar. Apenas había cumplido un año en el cargo, un período relativamente breve para hacerse una composición de lugar, tanto la directiva como el socio. De hecho, sería procedente afirmar que no se conocían, que la directiva se había expuesto poco y el socio carecía de elementos de juicio para opinar sobre el funcionamiento de los inquilinos de Ibaigane. Transcurrido un año largo, el socio cuenta con datos de sobra para calificar la actuación de la directiva, existe abundante material para efectuar un análisis completo; no faltan iniciativas, decisiones y declaraciones que en su conjunto brindan un retrato fidedigno de la aptitud y actitud de la directiva.

El rotundo suspenso del domingo lo que sanciona es precisamente la imagen que transmite esta junta y sobre todo la figura del presidente. E imagen es sinónimo de gestión. Este término no se refiere exclusivamente a las cuentas, cuya elaboración puede o no resultar satisfactoria, incluye la manera cotidiana de abordar cuestiones que para el socio común seguramente son más sencillas de interpretar que un balance o un presupuesto.

En este sentido, no fue casual que el domingo varias intervenciones de los socios estuviesen enfocadas al feo asunto de las filtraciones. La directiva esgrimió que esa práctica, que ha sido habitual, les supone un perjuicio, que les "desgasta", para a continuación afirmar que desconoce "de qué entorno proceden". Hombre, si "proceden", existen y es obvio de dónde salen, puesto que invenciones no son. Y lo que demuestran es el bajo nivel de lealtad y seriedad de sus autores, que se valen de determinados medios para expandir mensajes interesados.

Tampoco fue casual que se criticase la labor referida al primer equipo y su errática trayectoria. No se entiende la defensa a ultranza del entrenador a cargo del presidente, en el mismo plano que sus dilatados silencios; ambas posturas revelan la ausencia de una planificación coherente y acorde a lo que se espera en el club. Para la gente, lo del balón es más asequible que los números y supone por tanto un material muy válido para calibrar el trabajo de los responsables, a menudo fuente de confusión y enojo. Al fin y al cabo, esto es un club de fútbol.

En otro orden de cosas, no es de recibo que el domingo Elizegi aluda a "los votos decididos antes de escucharnos". La directiva ha tenido la oportunidad de informar por los canales y reuniones habituales, y el socio, de atender y enterarse. Cada cual vota según su parecer, como en cualquier ámbito, sea en política o en la comunidad de vecinos. En el Athletic, lo mismo. Y lo suyo siempre es que el color del voto esté determinado con una antelación. ¿Sugiere Elizegi la existencia de un contubernio, una oposición organizada con el objetivo de amargarle la vida? Que se sepa, el domingo estaban convocadas las mismas personas que le dieron el O.K. en la anterior asamblea.

Por último, decir que el discurso de apertura de la reunión sonó a viejo, por hueco. Elizegi no destaca por sus dotes oratorias, pero esa mezcla de consignas voluntaristas, lugares comunes y apelaciones a la fibra del aficionado, pide a gritos una revisión a fondo. Si es que no es mucho pedir.