Tras una precampaña dura y larga -no solo porque se nos juntaran dos procesos electorales-, llegó una campaña repleta de lugares comunes y sin debate. Especialmente, fue la derecha española la que provocó que no se hablara prácticamente de los programas -quienes querían hacerlo se quedaron mirando a la vía-. Nos aburrió con el griterío de sus vivas a España y las amenazas al más puro estilo franquista, pero aquí no consiguió sus objetivos.

Por fin, veinte días después, hoy, se constituyen los ayuntamientos en un clima de normalidad, solo roto por las típicas desavenencias en algunas localidades. Varios municipios han sido noticia en los medios de comunicación y, dependiendo de su línea editorial, han afeado los pactos en un sentido o en el otro. De algo hay que hablar.

EAJ y PSE tienen, aparentemente, los pactos bien avanzados. Por eso, Irun ha sido una nota discordante que, por mucho que se quiera malinterpretar, es entendible desde el ámbito local. Tras presentarse a unas elecciones y pedir el voto a la ciudadanía, se quiere gobernar si dan los números de las coaliciones. Otra cosa es que lo local se engloba en acuerdos globales que a veces cuesta aceptar.

En cualquier caso, sirvan estas líneas para agradecer a esos miles de concejalas y concejales su esfuerzo y dedicación y que, incluso, en la mayoría de los casos no son retribuidas. Lo que no debería estar reñido con la calidad, profesionalidad y conocimientos necesarios que deben tener a la hora de enfrentar los asuntos municipales. Sacándolo de este contexto, si tuviéramos que pasar por el trago de una operación, por poner un ejemplo, ¿qué preferiría, a alguien con gran profesionalidad y conocimiento o a alguien con muy buena intención, pero sin lo primero? Sin duda, ambas son importantes.

Lo que pase hoy afectará en otros ámbitos políticos como Nafarroa, donde el PSN está demostrando no querer un gobierno alternativo a la derecha. Si, tal como parece, entrega los ayuntamientos a Navarra Suma aun pudiendo constituir corporaciones alternativas, la posibilidad de un gobierno de coalición pasará nuevamente a la memoria colectiva de su abandono y traición a los postulados progresistas -sucedió en 2007, 2011?-. Puede sorprender, pero quienes hemos lidiado en aquellas plazas sabemos que es una constante histórica entregar Nafarroa atada de pies y manos a esa derecha feroz donde las haya. Hoy la disculpa es el necesario apoyo de EH Bildu, antes fueron otras.

En definitiva, UPN y sus nuevos colegas, y el PSOE navarro comparten la misma obsesión provocativa y mentirosa de negar a Nafarroa su esencia vasca. Y justifican lo que sea por miedo a que los territorios vascos de Hegoalde se alineen con objetivos comunes.

En Madrid los acuerdos para conformar gobierno también siguen pendientes. Pedro Sánchez, con sus insuficientes 123 escaños sobre 350, hace ascos a los votos vascos y catalanes. Incluso su ronda de contactos ha sido una muestra clara de desprecio al ir bajando el escalafón de la interlocución en las reuniones con las distintas fuerzas políticas. Mientras con los partidos españoles PP, C’s y Podemos lo hizo el propio Sánchez, con Aitor Esteban estuvo su secretario de Organización y con ERC -para más inri- la portavoz en el Congreso. Eso sí, luego les exigirá el voto por la gracia de Dios.