Lo tremendo, lo definitivamente desazonante, lo brutalmente revelador es que en las últimas semanas hemos repetido idéntica coreografía a pesar de los mil y un avisos de que estábamos engendrando una nueva embestida del bicho. Sin haber sido capaces de doblegar la segunda ola estamos -en el mejor de los casos- a las puertas de la tercera, que según la mayoría de las señales, se promete más devastadora si cabe que las precedentes. Y nosotros, mirando.