TRATÁNDOSE de un derbi con perfil bajo (poco que ver con los encuentros frente a la Real Sociedad) tenía mucha sustancia el partido contra el Alavés y no pocas efemérides que celebrar. Para empezar el asunto de los Garitano, dos técnicos con vidas entrecruzadas, y en especial la singladura de Asier, el Garitano guipuzcoano, el último entrenador que había logrado arrancar un triunfo en San Mamés, va para un año, cuando dirigía al equipo txuri-urdin. Desde entonces, y bajo la égida de Gaizka, el Garitano vizcaino, La Catedral se ha convertido en una fortaleza inexpugnable. De vuelta a la escena del crimen dirigiendo otro equipo, un Alavés que solo había perdido uno de sus ocho últimos enfrentamientos con los rojiblancos, Asier acabó reconociendo lo evidente: “El Athletic ha sido superior...”., dijo, y se quedó corto.

De repente, el único equipo que no se ha reforzado nada en toda la primera División resulta que lidera LaLiga Santander, acontecimiento que no sucede desde hace 26 años, y además superando su tope histórico de puntuación cumplida la quinta jornada. De repente, en la era del fútbol globalizado, un halo de curiosidad y asombro está recorriendo el mundo. Markel Susaeta no tiene otro remedio que explicar con júbilo allá, en el lejano Japón, sus orígenes y qué se esconde tras la leyenda de los once aldeanos, mientras Miguel Ángel Lotina afila su vena didáctica para visualizar en aquellos confines la filosofía de un club singular, rancio, único, tan constreñido por sus circunstancias y sin embargo capaz de superar en la tabla clasificatoria al Real Madrid, también al Barça, a quien ya sojuzgó en la primera jornada, y a todos los demás.

“Me pone contento que la gente esté con ganas” confesó tras el partido Gaizka Garitano lo cual, tratándose de un hombre contenido, circunspecto y prudente, se puede interpretar como un exceso. Aunque enseguida regresó a sus cuarteles de invierno para reivindicar lo evidente, que esto no ha hecho más que empezar y que el próximo miércoles, a lo peor, el Athletic baja de las nubes y se estampa contra el Leganés en Butarque. Pero esto funciona así. En el fútbol (en la vida) hay que saborear el momento; el momento es espléndido y mañana Dios dirá.

La tarde transcurrió radiante. Hubo al fin un horario racional para un partido de domingo, las 18.30, de esos que dejan tiempo para el almuerzo familiar y permiten luego un cadencioso viaje hacia el estadio. La presencia de Toquero contagió a la hinchada con un mensaje subliminal, el cálido recuerdo del bravo futbolísta, tan consciente de sus limitaciones como generoso en el esfuerzo. Forjado en los campos de barro, tuvo el mérito de llegar al corazón del aficionado rojiblanco, que volvió a entonar a coro el ari, ari, ari, Toquero lehendakari cuando Iker Muniain, en su calidad de capitán, le honró entregándole la makila de mando en plaza.

Muniain terminó siendo otro de los grandes protagonistas. Estaba el chico como desazonado a cuenta de su mal encaje hacia cierta crítica y a fe que estas cosas le azuzan. Falló un gol cantado, gritó tierra trágame y de la pifia surgió un jugador obsesionado con la revancha. Muniain anotó el tanto de la tranquilidad a lo kun-fu, pues con esa furia atacó ese balón rechazado de milagro por Pacheco tras un soberbio zapatazo de Ibai Gómez.

Porque el futbolista de Santutxu fue otro protagonista singular, comenzando por su titularidad. Fue un guiño de Gaizka Garitano aprovechando las circunstancias, con su exequipo enfrente y su escaso protagonismo detrás. Tardó en entrar en juego, pero la primera que tocó, pasada la media hora, se transformó en un centro magnífico hacia la llegada de Iñaki Williams, en la jugada del penalti y del primer gol.

No me extrañaría que el delantero del Athletic, que acabó desquiciando definitivamente al Alavés, entre en la próxima convocatoria de la selección española.

Williams como referente en ataque, aunque se echa en falta una mayor producción goleadora, y todos como referente en defensa. La pasmosa tranquilidad mostrada por el equipo para afrontar al Alavés dice mucho de su cuajo, y del buen trabajo de Garitano. Un gol en contra en cinco partidos y la necesidad de tirar de memoria para recordar alguna parada de Unai Simón. Al respecto, un chiste fácil circula por ahí: lo de Remiro es mejor. Remiro aún no ha encajado ningún gol.