EL Athletic ha estado a un tris de llegar al parón liguero como líder de la LaLiga Santander. Lo ha sido hasta el minuto 90 del Atlético de Madrid-Eibar disputado ayer, cuando el centrocampista ghanés Thomas Partey se aprovechó de un par de afortunados rebotes para batir al portero Dmitrovic y poner el 3-2 en el marcador del Wanda Metropolitano.

Cumplida la tercera jornada, la condición de líder no pasa de ser una mera anécdota, pero el fútbol apenas da tregua, vive del presente y hay que aguardar dos largas semanas hasta que llegue la oportunidad de la revancha, y es notorio que la hinchada rojiblanca está pletórica y los de la Real..., como decirlo. Perder el derbi así, con todas esas buenas vibraciones que traían de antemano y por culpa del condenado VAR...

Me vino a la memoria la desabrida reacción de un cronista que desparramó generosamente su frustración sobre el papel. Seguro que lo recuerdan: ocurrió en un derbi disputado el 5 de marzo de 2012. Gorka Iraizoz sacó el balón cuando éste había traspasado la línea de gol y ni el colegiado del encuentro, Mateu Lahoz, ni sus ayudantes se percataron del sucedido. “Un gol fantasma en tierra de fantasmas”, expresó el compungido cronista que, a pesar de admitir la superioridad rojiblanca, fundamentó la derrota txuri-urdin en el desafuero arbitral.

¿Qué habría pasado si aquel día hubiera estado en funcionamiento el controvertido VAR?

Desde entonces a hoy la ciencia ha avanzado una barbaridad y justo ahora van y colocan en San Mamés un eficaz cazafantasmas, de tal forma que la decisión arbitral de señalar como penalti una acción de Córdoba sobre Zaldua se fue al limbo y al templo de los justos también se marchó el gol de Isak. En definitiva, se ha terminado con el exasperante factor arbitral. Un ácido sulfúrico que se derramaba sobre los aficionados provocando brotes incontrolables de cólera. La eventualidad de pillar un cabreo monumental por aquel balón que entró y el colegiado se empeñó en sacarlo y viceversa ahora se ha cambiado por la paciencia, y eso es un gran paso para la civilización. A lo sumo surge una tensa espera, al cabo de la cual el personal pudo jalear el no penalti de Córdoba y vitorear el no gol de Isak para desesperación de los txuri-urdin, que entonces seguro que se acordaron hasta de Mateu Lahoz y su miopía espectral: aquel gol fantasma en tierra de fantasmas.

En el derbi del viernes en las crónicas del bando realista estuvo muy presente el videoarbitraje y sus consecuencias. Lo que pudo ser y no fue, y hasta cierta añoranza hacia el fútbol sin tecnología, ese factor irritante que está evitando evidentes casos de injusticia futbolística y al Real Madrid impedirle la posibilidad de sumar tantos puntos como antaño, cuando imperaba la máxima de en caso de duda arbitral la leche siempre es blanca.

En los días siguientes al derbi, el apasionamiento ha dejado paso al sosiego y la reflexión. Por ejemplo: se cuenta que a la Real se le da bien enfrentarse a equipos que juegan y dejan jugar, pero no a los que proponen un fútbol directo y de garra, como el Athletic. O también: la Real es un equipo con muchas caras nuevas, luego está en situación de cambio, así que hay que tener paciencia.

De hecho la Real cierra el mercado con uno de los procesos de renovación más ambiciosos de su historia. Ha cerrado seis fichajes (Remiro, Monreal, Sagnan, Portu, Odegaard e Isak), subido a la primera plantilla cuatro futbolistas de la cantera (Le Normand, Aihen, Barrenetxea y Guevara) y hoy culminará el proyecto con Robert Navarro, un mediapunta catalán de 17 años, que ya ha debutado con el Mónaco, para seis temporadas. Casi nada.

Semejante despliegue de medios y nombres enfatiza todavía más el perfil del Athletic, que ha comenzado la temporada radiante sin haber realizado ni un solo fichaje. Tiempos aquellos en los que suspirábamos por los huesitos de Nacho Monreal, que ahora ha encontrado a sus 33 años un destino dorado en el club donostiarra. También provoca cierta indiferencia la situación de Álex Remiro, suplente en la Real después de comprometerse por cinco temporadas. Y cómo no, Fernando Llorente, qué sagacidad la suya. Se dice que hoy firmará por dos campañas con el Nápoles a razón de 2,5 millones limpios por cada una. Pues que le vaya bonito...