QUEDANDO poco tiempo (y ganando 1-0) el balón lo tenemos que mandar a tomar por saco, resumió el ínclito Zinedine Zidane en plena rueda de prensa y la canalla se quedó pasmada. ¡Hala lo que ha dicho...!, exclamó un periodista moviendo frenéticamente su mano izquierda. Otro gritó ¡anatema! y a partir de ahí se entabló un profundo debate sobre la insoportable levedad del Real Madrid, cuyo prestigioso entrenador fue capaz de decir, sin rubor alguno, así de claro, que a la pelota hay que mandarla a tomar por saco en vez de mimarla, esconderla a los ojos y piernas del rival hasta demostrar que los egregios futbolistas del Real Madrid cobran sueldos fabulosos precisamente por eso, porque ellos jamás mandarán la pelota a tomar por saco.

Si le hubieran hecho caso al ínclito Zinedine Zidane a lo mejor el equipo blanco habría derrotado al modesto Valladolid y sumado otros tres puntos, valiosísimos en estos tiempos de zozobra. Pero, al parecer, hay asuntos sobre los que no se negocia por una cuestión de historia, alcurnia y prestigio, aunque se pierdan por dos puntos a pies del humilde equipo pucelano.

Antes de comenzar el encuentro frente al Getafe y sobre todo a su conclusión, hubo un virtual consenso entre la afición y los periodistas se apresuraron a tirar de repertorio: ponerse el mono, bajar a la mina, picar piedra y, por descontado, el balón a tomar por saco a la mínima duda, o sea, casi siempre. En definitiva, nadie puso reparos al juego, que siguió a pies juntillas el guion previsto, y en cambio se ensalzó en lo que se merece el sentido práctico del mismo y el premio subsiguiente. Un punto de oro arrancado de un campo sembrado de puñales que ratifica el excelente comienzo liguero y convalida la excelsa victoria contra el Barça.

No hacía falta, pero por si acaso el circunspecto Gaizka Garitano nos puso sobre la pista: “Es uno de los partidos más difíciles del año”, dijo de vísperas, y calificó al Getafe de “magnífico equipo” y “tácticamente perfecto”. Es decir, que si alguno le pillaba despistado sobre de quién hablaba el técnico fácilmente pudo imaginar que enfrente estaba el Milan de Arrigo Sacchi.

“Hubiera firmado este comienzo liguero antes de comenzar”, dijo Garitano después con más razón que un santo, dados los antecedentes y teniendo en cuenta que el Athletic tiene los mismos puntos que el Real Madrid y uno más que el Barça, que anoche sí encontró ante el Betis la versión estelar de Griezmann, el gran ausente de San Mamés verbigracia Gaizka Garitano y sus muchachos, que le anularon por completo.

Entonces el técnico vizcaino no tuvo reparos en apostar por Ohian Sancet en plena refriega con el campeón y en el rocódromo de Getafe tampoco le arredró lo más mínimo confiar en Gaizka Larrazabal justo en el momento más rudo del choque. Larra (¿no cabe Larrazabal en la camiseta? ¿acaso es un homenaje al gran maestro de la ironía, Mariano José de Larra?, ¿qué secreto encierra...?).

Es hijo de Aitor, aquel lateral izquierdo (1990-2004) capaz de sobreponerse a la adversidad, las críticas y competidores tan insignes como Mikel Lasa o Bixente Lizerazu, a quienes ganó por la mano y tozudez. Certero lanzando los penaltis, celebraba el gol sacándose el chupete de algún rincón de sus pantalones... Y, joder, lo que ha crecido la criatura...