La aparente incongruencia de lamentar ahora lo que se ansiaba hace 70 años -reducir la natalidad-, desaparece si se la analiza económicamente. Y es que en los 50 del siglo pasado la China de Mao Tse Tung padecía una hambruna horrenda que costó la vida a decenas de millones de personas. El Gobierno comunista de entonces abordó el problema por los dos extremos: por un lado programó muchas y grandes reformas y por otro lado buscó la reducción de consumidores, imponiendo un drástico control de la natalidad: un solo hijo por matrimonio.

En lo primero, los éxitos fueron relativos; en lo segundo, notables. Pero lo que parecía bueno en 1950 amenaza con ser malo en 2050. Si las familias no optan ya por tener por lo menos dos hijos por matrimonio, dentro de 30 años la población laboral china se habrá reducido en un 25% al mismo tiempo que el porcentaje de los jubilados superará el 30% del censo nacional. Es un panorama aterrador para el desarrollo y bienestar de un país que parecía abocado a un crecimiento económico imparable desde que el Partido Comunista logró aunar la economía de mercado con el monopolio del poder.

Pero lo males no asoman solo en el porvenir. Es muy probable que el descenso demográfico haya comenzado ya -oficialmente, el censo creció el años pasado un 0,53%- porque los datos que facilitan las distintas regiones se "arreglan al alza" porque las asignaciones presupuestarias son proporcionales al número de habitantes.

Y con poco crecimiento -o incluso retroceso- demográfico, el país ya padece actualmente agudos problemas sociales a causa de la política maoista. Para empezar, hoy en día el país tiene un exceso de 30 millones largos de varones. Porque lo de un solo hijo lo resolvían muchas parejas por la vía del aborto, un aborto que el machismo tradicional de la cultura china transformaba en abortos selectivos: ante todo, niñas.

Además, las familias que se atrevían a tener más de un hijo en la era maoísta, lo ocultaban a las autoridades para evitarse sanciones. Y al no figurar estos niños en los registros oficiales, se quedaban sin acceso a la escolaridad, con la cual hoy en día hay una masa humana prácticamente inaprovechable en la sociedad china.

Claro que si estos fueron los males demográficos del pasado, los del presente no son más fáciles de corregir. La natalidad china ha descendido -oficialmente es de 1,3 hijos por mujer núbil frente al 1,64 en los EE.UU.-, pero la voluntad de tener más de un hijo casi ha desaparecido de los matrimonios chinos a causa de los enormes costos que genera la crianza y los problemas casi imposible de superar para darles -a un precio asequible- un formación escolar y profesional de calidad.

Y ya se sabe lo que dice el refrán: si uno no quiere, dos no pueden. Así que si una chinita no quiere... todo un Gobierno chino no podrá.