S la réplica, en la edad adulta, de los temibles y terribles problemas de matemáticas que tanto nos mortificaron, a los más torpes, en la edad escolar. ¿Para qué nos servirá esto cuando sea mayor?, nos preguntábamos entre sudores. He aquí un ejemplo práctico: para hacer números. El genial G.K. Chesterton nos lo explicó de una manera más elegante y refinada. La diferencia entre el poeta y el matemático es que el poeta intenta meter su cabeza en los cielos, mientras que el matemático intenta meter los cielos en su cabeza.

Los cálculos suenan a potro de tortura para los menos hábiles y a pozo de agua fresca para quienes se ven en la necesidad de diseñar presupuesto. Y cuanto más grande es el presupuesto que ha de elaborarse, más complejos son los cálculos. Aferrados a esta lógica, suenan a las mil maravillas las previsiones que han adelantado desde la Diputación Foral de Bizkaia a los municipios del territorio. Les han comunicado que los impuestos de este año que va agotándose han dejado un remanente de 937 millones, todo un tesoro si se estima que se trata de un 13% de lo recaudado en el pasado ejercicio. Con esa previsión cada ayuntamiento podrá sacar el porcentaje que le corresponde en el reparto y, por extensión, atribuirle dinero a los gastos que, como todos ustedes saben, son infinitos.

Ahora el asunto pasa a manos de tesorería, donde habrán de hacer encaje de bolillos. La ventaja es que les han pasado un patrón y ya saben con qué tela cuentan, dicho sea con segundas. Quizás a ustedes y a mí, a todos nosotros, nos importe bien poco hoy este asunto. De hecho, no nos importa. Pero en cuanto llegue el año que viene y nos haga falta el dinero, o la infraestructura, o la beca, o el pago aplazado que corresponda bien haríamos en acordarnos que en días como el de ayer nos llegó una buena noticia que no sabíamos ver como tal.