L dolor de la separación no es nada comparado con la alegría de reunise de nuevo, nos dijo el escritor Charles Dickens en los viejos tiempos. Entre las flores te fuiste y entre las flores me quedo, nos dijo el poeta Miguel Hernández como si fuese una realidad. El adiós de hoy en día a la tranquilidad y a un tiempo más sereno es el que estudia el gobierno como si esuviese obligado, como si cualquier decisión suya estuviese forzado por las circunstancias y por nuestro comportamiento.

Lo que quiere decirse es que nos encontramos a un paso de despeñarse por el barranco y que la situación epidemiológica de Euskadi requiere un esfuerzo corresponsable de la sociedad y aconseja la adopción de medidas restrictivas más duras que las actuales como alternativa al confinamiento total. Vienen a decirnos que estamos muy cerca del adiós a la realidad que nos permite hoy la supervivencia si queremos mantener las leyes que hoy en día nos gobiernan, unas normas que ya están de por sí muy ajustadas.

Digamos que seguimos en estado de alarma y en emergencia sanitaria y que sigue siendo importante cortar de raíz la transmisión comunitaria del coronavirus y bajar sustancialmente la tasa de incidencia de casos. El lehendakari ve conveniente establecer nuevas limitaciones horarias y definir las actividades y servicios considerados esenciales mientras que el pueblo ya comienza a mostrar su hartazgo con la pelea contra un virus que parece indomable hasta la fecha. Se intuye, por tanto, un duelo en el OK Corral del día a día, una balasera entre las necesidades para el control y las peticiones para la supervivencia. No es fácil encontrar la solución si se juzga que la mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos, todo un desafío.