A un nosequé hablarles de ciencia alrededor de un Athletic paranormal que va y viene, que viene (Levante) y se va (Osasuna), pero no queda más remedio. Aprovechándose de la científica Ley de Lavoisier, fue el propio Einstein el que formuló la idea de que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Visto el centro del campo rojiblanco (y por extensión, la inmensa mayoría del equipo...) de los últimos partidos, excepción hecha de la última aparición en San Mamés, como les dije, da la impresión de que bien pudiera bautizarse al Athletic de esta temporada como el equipo de los energéticos, habida cuenta que a los leones les cuesta un mundo encontrar el camino de la creación y en la destrucción siempre hallan un traspiés o un descuido que echa por tierra la labor.

En el patio de las conversaciones rojiblancas de hoy en día (sin bronca o contraste de pareceres a la salida de San Mamés o en las tabernas, incluso ahí hemos perdido espacio y ocasiones...) hay un guirigay de cuidado. El señalado, a medida que pasan las horas, es Gaizka Garitano. Le acusan de cofrade de la Virgen del Puño Cerrado a la hora de repartir minutos entre sus suplentes cuando las cosas no van o cuando se intuye que pudiera ir mejor con un arreón más, cuestión que aún duele más por la presencia de una camada nueva a la espera de que le den la oportunidad. Se le acusa de planteamientos rácanos y el dedo que señala se detiene, también, en Iker Muniain e Iñaki Williams, a quienes -lo oí ayer mismo...- algunos ya les conocen como "figuras de las viejas glorias". Incluso ahí, Garitano no consigue salirse de rositas: "no juegan donde debieran", aseguraba el guasón. Y no matizó si hacía referencia a su posición o al club donde militan.

Arde el asunto, insisto. Demasiado, me parece. Que los renglones están torcidos es indudable e innegable. Como también lo es que hay tiempo y espacio para corregir las galeradas y presentar una bella novela a final de curso. La impresión que da es que a Garitano le hace falta un plus de valentía para poner en juego su futuro en manos distintas, habida cuenta que en las actuales los partidos se le escapan como peces escurridizos. Pero es solo una de las impresiones. Otras hablan de estados de forma lastimosos e incluso de falta de compromiso, no por voluntad sino por miedo. No les salen las cosas como les salían a muchos futbolistas y no pocos se empeñan, don erre que erre, en la misma fórmula. Se lo dije al comienzo: es raro nombrar a la ciencia. Pero algo habrá que cambiar cuando dos y dos no dan cuatro.