han coincidido en el tiempo la celebración en Madrid de la COP25 -Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático- y la Cumbre del 70 aniversario de la OTAN en Londres. Tal coincidencia pone sobre la mesa un doble debate que implica de lleno a dos de los principales retos a los que se enfrenta la Unión Europea: el de la transición ecológica y el de su seguridad y defensa. En ambos temas Europa tiene posiciones propias y diferenciadas en un intento de convertirse en la tercera vía frente a China y Estados Unidos (EE.UU.), cada día más enfrentados por la hegemonía mundial.

Es evidente que en pleno fin de la segunda década del siglo XXI, inmersos en el complejo mundo de las incertidumbres, estamos asistiendo al fin del modelo económico y a la defunción de un sistema de defensa, surgidos al final de la II Guerra Mundial. En la primera de las batallas por ganar el futuro -la de la sostenibilidad medioambiental- la Unión Europea (UE) es vanguardia descarada desde la Cumbre de París. Si toda la pasada legislatura la Comisión Europea se empeñó en la puesta en marcha del paquete de medidas para la implantación de la Economía Circular como cambio de modelo de producción y consumo, la nueva presidenta Von der Leyen, ha iniciado su mandato de manera decidida en esta materia. Primero nombrando vicepresidente a Frans Timmermans para alcanzar el Green Deal, es decir, un pacto verde europeo. Y esta misma semana, en su primera intervención oficial como máxima responsable de la Comisión, anunciaba en Madrid el lanzamiento en marzo de una ley para blindar la transición ecológica y obligar a los Estados miembros a contribuir a los objetivos de descarbonización de la economía.

La normativa será también extensible a “todos los sectores con los que la UE mantenga negocios”, es decir, a terceros países con acuerdos comerciales con el bloque comunitario. La normativa incluirá una cláusula de suministro de energías limpias y seguras, y unas pautas relacionadas con la estrategia de economía circular y conservación de la biodiversidad.

Por otra parte, en un mundo muy alejado de la dinámica de la guerra fría entre EE.UU. y la extinta Unión Soviética y también de la política de disuasión protagonizada durante décadas por la OTAN, la UE defiende entre sus estrategias fundamentales un concepto de Seguridad Integral, sustentando en el marco de la defensa de los Derechos Humanos. El objetivo de esta nueva política de Seguridad y Defensa de la UE es reforzar su capacidad para prevenir y gestionar crisis mediante el desarrollo de estructuras civiles y militares. Europa quiere tener su propio Ejército, una Europol que integre los servicios de inteligencia de los Estados miembros y una policía de fronteras -Frontex-, que ejerza su responsabilidad en todas las fronteras externas de la Unión. Unos anhelos expresados por todos los jefes de gobierno europeos, pero con notables diferencias en el modo y manera que deben alcanzarse.

EE.UU. y China De fondo, tanto en la batalla por la sostenibilidad, como en la construcción de una política de seguridad y defensa propia, la Unión Europea lo que se está jugando es ser alguien en el contexto internacional, crecientemente dominado por la guerra entre EE.UU. y China por el liderazgo mundial. Los europeos apostamos por el diálogo y el multilateralismo, es decir, por llevarnos bien con todo el mundo, en un escenario que se está volviendo cada día más hostil y más propicio para la generación de conflictos violentos, locales y regionales. Ser más fuertes y que nuestra voz se oiga más internacionalmente es la encomienda de gestión que tiene la Comisión Europea en la persona de su nuevo Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell. Un toro que tendrá que lidiar teniendo en cuenta que entre los dos pilares de la UE que componen el eje francoalemán, no hay consenso absoluto. La Francia de Macron, con claros intereses de industria militar, quiere dar pasos relevantes y rápidos en la concreción de un Ejército europeo, algo en lo que Alemania, por boca de su Canciller Angela Merkel, tiene serias dudas. Y, todo ello, contando con los ataques descarnados del otrora amigo americano, hoy convertido en ogro, y protagonizados por Donald Trump.