VISO de que voy a sonar arrogante. A menudo, sí; pero hoy especialmente. Conozco gente, mucho mejor intencionados que yo, activa en el ámbito de la asistencia al desarrollo a través de ONGs, que fueron abanderados de la cruzada contra la expresión "tercer mundo" por su carácter peyorativo. El origen del concepto está en la mitad del pasado siglo y tiene un sentido económico y cierta pedantería hacia aquellos países cuyo nivel de industrialización, estándares de calidad de vida y modelos económicos más vinculados al sector primario, se traducían en pobreza real. El hecho de que la expresión se acuñara en el "primer mundo", que no era otro que el hemisferio norte en su mitad occidental, tenía un punto de paternalismo cínico, de desvergonzado postcolonialismo que se atenuó con la expresión "países en vías de desarrollo". Todo este rollo esconde la intención de sostener que sí hay un "tercermundismo" no (solo) económico, ligado a la percepción de la realidad, a la escasez de conocimiento de quien es víctima de la escasez de formación; de la falta de recursos, sí, pero también de su sustitución por un mercado de la ignorancia y la superstición. El tercermundismo sociológico inducido que se puede encontrar en Estados Unidos, en Alemania o en Brasil, donde ahora dicen que en las vacunas te inoculan chips. Ese tercermundismo es un gran negocio político.