ACE solo 24 horas me quejaba amargamente de los cómplices de la mentira que alimentan el autogolpe que pretende Donald Trump. Hoy toca percibir que algo está cambiando cuando las cadenas de televisión cortan al farsante en su perorata para advertir a su audiencia de que está mintiendo o, eufemísticamente, que no se han podido constatar pruebas que justifiquen las afirmaciones del cada vez más desesperado presidente estadounidense. Algo sabía el inquilino saliente de lo que podrían suponer los medios de comunicación no entregados cuando lleva una legislatura tratando de obstruirlos y criminalizarlos. Como todo lo que no sea firme aliado es un enemigo comunista, los medios ya no son solo una caterva de liberales, como se califica allí a quien no es un ultraconservador de libro, sino directamente agentes al servicio del enemigo. La batalla judicial que se avecina no debería preocupar demasiado a los estadounidenses. Una cosa es vetar el aborto o el matrimonio gay por criterios ideológicos y moralistas y otra bien diferente sentar el precedente de deslegitimar el procedimiento del sufragio. Eso obliga a remangarse mucho las togas para no quedar perdido de mugre de por vida. El peligro es la calle. Porque nunca faltan voluntarios dispuestos a matar por un tirano y los de este están armados.