L método empírico lleva más de veinte siglos aportando conocimiento. Se empieza por identificar el problema: pongamos el fenómeno de violencia como reacción a las medidas anticovid. La observación nos anima a formular una hipótesis: la manipulación del concepto de derechos y libertades une a los extremos ideológicos -ultraizquierda y ultraderecha- en estrategias antisistema. Esto hay que contrastarlo con una prueba empírica. En este caso no ha hecho falta preparar laboratorio ni sondeo porque las prácticas en la calle aportan varios datos. Uno: el método de violencia callejera mediante destrucción de mobiliario. Dos: los episodios de saqueo. Tres: los eslóganes -"libertad", "basta de represión", etc-. Cuatro: la característica urbana del fenómeno y su difusión sin fronteras. Cinco: el perfil de los protagonistas de actos vandálicos que han sido identificados y que conviven sin confrontar -ultraderechistas, izquierda antisistema y hasta independentista allí donde existe-. Cada cual considere si el método confirma la hipótesis original y el disfraz argumental de la libertad oculta otras intenciones a base de alimentar lo peor del individualismo y sofocar la empatía. La sabiduría popular lo describe mucho mejor: "y entre las angulitas había un pez gordo; arrimamos el farol y era un mocordo".