Sacudidas con heridos
Las sacudidas de alto voltaje siempre dejan heridas. Le ocurre a Carlos Torres con el estrepitoso fracaso de su OPA hostil; al PP por culpa de la torpeza del alcalde Almeida y de las bravatas de Ayuso con el aborto; a Juanma Moreno por el temerario descontrol de los cribados de cáncer; o al trío obsceno del clan de la txistorra, auténticos crápulas. Y sobrevolando semejante parte de lisiados, un henchido Pedro Sánchez. Ahí queda el acoso de Economía para desquiciar al BBVA en favor de las exigencias catalanistas. Qué decir de la provocación que entraña el brindis al sol de la enmienda constitucional de la interrupción del embarazo. O la satisfacción de ver cómo pierde encanto ciudadano el rival de Maria Jesús Montero en Andalucía. Más vivo que nunca tras el verano.
Le queda al presidente, eso sí, el asfixiante flanco corrupto de sus dos fieles colaboradores. Pero en su entorno creen que ya llueve menos. El círculo de quemados parece perimetrarse cada vez con más precisión. Así parece esbozarse una perversa ecuación donde confluyen escalonadas mordidas ideadas por el malévolo Cerdán, gastadas por el depravado Ábalos en sus vicios, grabadas al minuto por el diabólico Koldo y, probablemente, con la generosa contribución de relevantes cargos de Adif y Fomento como Isabel Pardo de Vera y Javier Herrero. Es decir, sin franquear del todo la puerta de Ferraz. De hecho, la UCO sigue sin distribuir ese supuesto informe tan anhelado desde hace varios meses por la derecha mediática y política que destape una corrupción sistémica en la caja de recaudación del centro de operaciones del mando socialista y así pulverizar la legislatura.
Incluso, el siguiente capítulo del juicio al clan mafioso de la Gürtel dirigirá en los próximos días los puñales acusatorios hacia el PP para relajo del PSOE, y en especial de su líder. Los reconocimientos de culpa expresados a viva voz por los cabecillas acusados de la trama retratan el auténtico manual ortodoxo de una corrupción de libro. Una clase magistral de cómo se consiguen los contratos anhelados y se prostituyen las debilidades humanas. Vienen días de sufrido calvarios para la planta noble de Génova.
Bien es cierto que Feijóo no gana para disgustos. Entre sus propios enredos, requiebros y proclamas apresuradas difíciles de metabolizar se le acumulan las vías de agua. Son esas torpezas que desnudan la existencia fatídica de un descontrol en el mando y de una inconcreción ideológica que contribuyen a una pérdida de progresivo respaldo electoral en favor de Vox y de una abstención desencantada. Esta flagrante debilidad deja expedito el camino a Sánchez para amenazar con jaques que desangran a su rival. En ese contexto debe inscribirse lavoluntarista pretensión del presidentede apuntalar la defensa del aborto en la Constitución, idea plagada de una notoriedad ideológica y mediática, pero de una nula incidencia en cuanto a suimposible consecución. Sabe a ciencia cierta que no lo conseguirá, pero el rédito político ante los suyos lo tiene garantizado.
ANDALUCÍA REVUELTA
Ni siquiera ya Andalucía, tierra de gozo hasta hace unos días por la mayoría absoluta de que dispone un inmaculado todavía Juanma Moreno, consuela los vaivenes de la convulsa dirección estatal del PP. La inquietante crisis originada por el descontrol médico y administrativo en la gestión de los cribados de cáncer puede alterar buena parte del signo final de las elecciones del próximo mes de mayo. Nadie daba medio euro por ello más allá de las ínfulas de la candidata socialista. En un nuevo y desconocido escenario, plagado de la lógica irritación ciudadana en la calle, de una escapista asunción de responsabilidades médicas, en puertas de reclamaciones cuantiosas por los daños morales y físicos causados, el presidente andaluz cruza los dedos ante el tsunami que, sin duda, le volteará durante mucho tiempo.
Otra vez los ojos del análisis político, en este caso andaluz, y los intereses de la izquierda se fijan en Vox. Bastaría un pequeño castigo al PP por la negativa repercusión de este escándalo médico y un ligero crecimiento del partido de Abascal para que el PSOE enjuagara su más que previsible derrota viendo cómo Moreno se precipita desde el pedestal y cae en manos de la ultraderecha para seguir gobernando. Una auténtica sacudida y, posiblemente, con efectos miméticos. Quedaría plasmada de este modo esa fotografía del miedo a que vienen los malos y que a lo largo de la siguiente campaña de las generales Sánchez enseñaría encantado y, previsiblemente, con buena dosis de acogida.