lLEVAMOS ya un buen trecho de campeonato y cuesta entender el fútbol del Athletic. Más difícil es encontrar un partido en el que recordemos que el equipo jugó un choque redondo. Hay que tirar de hemeroteca y bucear mucho para dar con ese día en el que los pupilos de Valverde tuvieron una buena tarde, noche o porqué no mañana de juego. Esta campaña la cosa comenzó torcida en Gijón y desde entonces la colección de encuentros no aptos para el público en general se amontonan en la videoteca Athleticzale.

En casa la cosa va muy bien, hablo de resultados. Hay quien dice que esto es lo que cuenta. Puestos a pedir, un poco más de brillo no estaría nada mal. A ver que nadie piense que hablo de taconazos y chilenas, ¡qué va! Estoy pensando en dominio de partido y llevar la iniciativa. Meterle al rival en problemas constantes y ser un dolor de cabeza para aquellos que se midan ante los leones. Eso ahora no pasa. El grupo gana por insistencia pero no por demostrar que es superior a los de enfrente. Fuera los números cantan y el equipo se derrite salvo en la última salida a Sevilla donde se mejoró pero no se sumó.

El domingo espera la Real en Anoeta. Un gran rival, visto lo hecho hasta la fecha y magníficamente situado en la tabla clasificatoria. Es el equipo de moda, dicho esto a 100 kilómetros de Bilbao. No están mal pero el Athletic, jugando como sabe, no tiene porqué temer nada. Todo lo contrario. Si los leones hacen lo suyo mucho va a tener que sudar la Real para llevarse el derbi.

Serán las 12 a.m. cuando Sánchez Martínez decrete el arranque del choque y tras ese pitido las rachas buenas o malas , deben desaparecer de las cabezas de la tropa del Txingurri. Es precisamente ese escenario el mejor para conseguir el punto de inflexión tan demandado y añorado. Todo es complicado, pero mimbres hay y ganas entiendo que también.

No serán muchos los aficionados que se desplacen a la ciudad de la Bella Easo pero toda Bizkaia estará pendiente de un partido especial y en el que el orgullo preside la contienda.